Resulta sorprendente que el Señor
Jesucristo, desde un punto de vista humano, descienda de Judá y de Tamar, quien
se hizo pasar por una prostituta para tener un hijo de Judá: Y fue así como Tamar
concibió un hijo (Fares, gemelo con Zara) en una relación incestuosa con su
suegro Judá. Vemos en la genealogía de Jesús en el evangelio de Mateo 1, 2-3 y
15-16:"Abraham
engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos; y Judá
engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, y Fares engendró a Esrom, y Esrom a Aram…Matán
engendró a Jacob. Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació
Jesús."
Cuando El Hijo se hizo hombre, vino a
través de una línea de descendencia y de una generación caracterizada por el
pecado, como veremos en este estudio sobre Tamar y Judá.
Por todo ello, el apóstol Pablo
aclara en su segunda carta a los Corintios 5:21, que Cristo no conoció ni
cometió pecado alguno. Pero, por causa nuestra, para salvarnos, Dios le trató
como al pecado mismo y los pecados del mundo fueron puestos sobre El de tal
forma que, a la vez, su justicia pudiera otorgarse a aquellos que confían en
El.
¿Fue Tamar una santa
o una pecadora (o ambas cosas)?
Tamar concibió un hijo (Fares, gemelo con Zara) en una relación
incestuosa con su suegro Judá. Sin embargo, era un derecho que la viuda tenía
en esa época, que consistía en que los hermanos de su esposo fallecido, debían
dar descendencia a su hermano fallecido. Pero su esposo Judá no quiso darle a
su hijo ultimo y menor para que le diera descendencia,
Judá, uno de los hijos
de Jacob, participó en una conspiración para deshacerse de su medio hermano José
vendiéndolo como esclavo. Dada la corta esperanza de vida de los esclavos
egipcios (generalmente veinte años o menos), José había escapado de una trama
mortal solo para ser víctima de una aparente muerte lenta y dolorosa en un país
extranjero.
Más tarde, Judá engendró
tres hijos, dos de los cuales murieron después de casarse con Tamar (en
secuencia fatal: uno tras otro mueren). A pesar de la costumbre del matrimonio
levirato que obligaba a Judá a tener a su tercer hijo con Tamar, también Judá
año tras año se negó. Su amor por su hijo adolescente Selá superó su sentido de
justicia hacia Tamar, que le pedia cumplir con la ley del levirato.
Esto continuó hasta que
Tamar orquestó una trama notable. Fingiendo ser una prostituta,
Tamar sedujo a Judá. Su
plan poco convencional pero valiente realmente funcionó. Ella se quedó embarazada,
y la identidad del padre del niño también fue probada. En este punto, Judá se
arrepintió, admitiendo su culpabilidad y declarando a Tamar más justa que él
(Génesis 38: 1-27).
Desde cierta
perspectiva, este evento aparentemente sórdido, representa uno de los mejores avances
redentores en la historia del mundo.
El libro de Ruth celebra
a Fares, el hijo de Tamar y de Judá, como una parte crucial del plan redentor
de Dios, ya que sitúa a Péres como uno de los antepasados del rey David (Ruth
4: 11-17). Lo que es aún más importante es que los Evangelios incluyen a Fares
entre los antepasados de Jesús, el Mesías; y el libro de La Revelación de San
Juan (Apocalipsis) se refiere a Jesús como el León de la tribu de Judá!
Las acciones inusuales de Tamar jugaron un
papel importante en esta historia.
Esta es entonces la historia de Judá, cuya línea de
descendencia sería la real entre las tribus de Israel. Después de la venta de
José, descendió del Monte de Hebrón hasta las colinas del territorio filisteo.
Desde el punto de vista de su relación con el pueblo del pacto, fue también un
descenso espiritualmente hablando, porque entabló relaciones con un habitante
de la ciudad de Adulan y se casó con la hija de un cananeo llamado Sua.
El cumplimiento de la heredad prometida, la tierra de
Canaán, no debía hacerse realidad a través de una consecuencia natural debida a
los matrimonios mixtos, como el realizado por Judá, sino que debía llegar como
una provisión sobrenatural de Dios que incluía el juicio de los pueblos
cananeos. De aquel matrimonio nacieron 3 hijos: Er, Onán y Sela. Er, el
primogénito se casó, a su vez, con Tamar. Y esta es la primera aparición de
Tamar, que de esta manera entraría en la genealogía de Jesús. Er, fue un hombre
realmente perverso, descrito en la Biblia como "malvado delante del
Señor". No sabemos con certeza cuál fue su culpa pero sí conocemos las
consecuencias trágicas de su vida de pecado.
Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: Quédate viuda en casa
de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela; pues pensaba: “Temo que él muera
también como sus hermanos”. Así que Tamar se fue y se quedó en casa de su
padre." (Génesis 38, 8-11)
En aquella época era habitual que cuando un hombre moría,
su hermano debía casarse con la viuda. Ese tipo de matrimonio estaba basado en
la "ley del levirato" y se encuentra citado también en los códigos de
los Hititas y Asirios. Para el pueblo de Israel, este matrimonio sería
reglamentado más tarde por Moisés, como oportunamente veremos en el capítulo 25
del libro del Deuteronomio. El primogénito nacido de esta unión era considerado
descendiente del difunto y, por lo tanto, destinatario de la herencia y
transmisor de su nombre. Como vemos, Onán hizo los medios para impedir la
concepción; evidentemente quería para sí la parte de la herencia del
primogénito. Se nos dice que su despreciable conducta desagradó al Señor quien
le castigó con la muerte, como había hecho con Er. Como Judá tenía otro hijo
que estaba aun creciendo, le pidió a su nuera que respetase la costumbre de
regresar a la casa de su padre, hasta que su hijo más joven estuviese preparado
para el matrimonio.
Pero, transcurrido un tiempo, la mujer de Judá, murió.
Leamos los versículos 12 al 14:
"Pasaron muchos días y murió la hija de Súa, mujer de
Judá. Y pasado el duelo, Judá subió a los trasquiladores de sus ovejas en
Timnat, él y su amigo Hira adulamita. Y se lo hicieron saber a Tamar,
diciéndole: “He aquí, tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. Entonces
ella se quitó sus ropas de viuda y se cubrió con un velo, se envolvió bien y se
sentó a la entrada de Enaim que está en el camino de Timnat; porque veía que
Sela había crecido, y ella aún no le había sido dada por mujer."
Mientras tanto Tamar, que había estado esperando en la casa
de su padre todo ese tiempo, llegó a la conclusión de que Judá no le daría a
Sela, su tercer hijo, por marido. Entonces decidió actuar por su cuenta y,
sabiendo del viaje de Judá, se quitó sus ropas de viuda y se sentó al costado
del camino principal cubierta con un velo, como era la costumbre de las
prostitutas.
Veamos lo que sucedió entonces, leyendo los versículos 15
al 19:
"Cuando la vio Judá, pensó que era una ramera, pues se
había cubierto el rostro. Y se desvió hacia ella junto al camino, y le dijo:
Vamos, déjame estar contigo; pues no sabía que era su nuera. Y ella dijo: “¿Qué
me darás por estar conmigo? El respondió: Yo te enviaré un cabrito de las
cabras del rebaño. Y ella dijo: ¿Me darás una prenda hasta que lo envíes? Y él
respondió: ¿Qué prenda tengo que darte? Y ella dijo: Tu sello, tu cordón y el
báculo que tienes en la mano. Y él se los dio y se llegó a ella, y ella
concibió de él. Entonces ella se levantó y se fue; se quitó el velo y se puso
sus ropas de viuda."
Tenemos en este punto una imagen bastante precisa sobre qué
tipo de persona era Judá. Se había apoderado de aquella mujer Cananea, hija de
Sua, y ahora iba a hacer lo mismo con Tamar. Realmente, fue una historia muy
triste y abyecta: Judá debió pensar que Tamar era una prostituta del templo,
porque en relación a ella se utiliza aquí el término "quedesha," que
se refiere a una de las prostitutas del templo pagano; lo que nos dice algo
sobre las creencias de los cananeos, ya que en su culto de la fertilidad, tanto
hombres como mujeres podían cometer actos inmorales que eran considerados
sacros. Por su parte, ella vio la ocasión de obtener con engaño lo que le
pertenecía y actuó en consecuencia. Con respecto a la prenda, el sello era un
anillo u objeto cilíndrico con el nombre del propietario grabado, con un cordón
para colgarlo del cuello. Igual que el báculo, servía para convalidar acuerdos
y transacciones.
Leamos los versículos 20 al 24:
"Cuando Judá envió el cabrito por medio de su amigo el
adulamita, para recobrar la prenda de mano de la mujer, no la halló. Y preguntó
a los hombres del lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera que estaba en Enaim,
junto al camino? Y ellos dijeron: Aquí no ha habido ninguna ramera. Y él volvió
donde Judá, y le dijo: No la encontré; y además, los hombres del lugar dijeron:
Aquí no ha habido ninguna ramera. Entonces Judá dijo: Que se quede con las
prendas, para que no seamos causa de burla. Ya ves que envié este cabrito, y tú
no la has encontrado. Y sucedió que como a los tres meses, informaron a Judá,
diciendo: Tu nuera Tamar ha fornicado, y he aquí, ha quedado encinta a causa de
las fornicaciones. Entonces Judá dijo: Sacadla y que sea quemada."
Aquí vemos que Judá utilizó el viejo sistema de dos varas
de medir: la doble moral, que Dios no aprueba. El hecho que la Biblia registre
estos incidentes, no implica que Dios los apruebe. Su pueblo se estaba
comportando exactamente igual que los cananeos y ésa es la razón por la que él
les quitaría de esas tierras y les conduciría a Egipto, como ya hemos dicho,
para aislarlos en la región de Gosén, y así alejarles de influencias tan
nefastas. Este episodio revela que Dios realmente necesitaba actuar así. La
verdad es que Judá fue muy rápido para ver el pecado en los demás, pero no pudo
verlo en sí mismo.
Judá formaba parte de la familia del
pacto, del pueblo de Dios. Y se rebajó al nivel moral de los cananeos.
Evidentemente, los resultados fueron desastrosos.
Leamos los últimos versículos; del 27
al 30:
"Y sucedió que al tiempo de dar
a luz, he aquí, había mellizos en su seno. Aconteció, además, que mientras daba
a luz, uno de ellos sacó su mano, y la partera la tomó y le ató un hilo
escarlata a la mano, diciendo: Este salió primero. Pero he aquí, sucedió que
cuando él retiró su mano, su hermano salió. Entonces ella dijo: ¡Qué brecha te
has abierto! Por eso le pusieron por nombre Fares. Después salió su hermano que
tenía el hilo escarlata en la mano; y le pusieron por nombre Zara."
Ahora vayamos al Nuevo Testamento. En
el capítulo 1 del Evangelio de Mateo, encontramos la genealogía de Jesucristo;
leamos los versículos 2 y 3:
"Abraham engendró a Isaac, Isaac
a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos; y Judá engendró, de Tamar, a Fares y
a Zara, y Fares engendró a Esrom, y Esrom a Aram."
Después, a medida que recorremos la
genealogía, llegamos al versículo 16:
"Y Jacob engendró a José, el
marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo. "
La culpa de Judá era doble. Su pecado era ya terrible en sí
mismo. Pero además, lo había cometido con su propia nuera. Esto nos explica
algo del modo de vida de los cananeos. Y nos aclara que la libertad sexual
total no es una cuestión muy moderna que digamos porque los antiguos paganos la
han practicado durante siglos, lo cual explica también por qué duraron tan poco
en la escena de la historia. Los cananeos desaparecieron porque Dios les juzgó.
Y si nos preguntamos por qué este capítulo fue incluido en la Biblia, aquí tenemos
el motivo. Se trata de una advertencia y de informarnos de que Dios no aprueba
la trasgresión de sus leyes, no acepta el pecado.
Leamos ahora los versículos 25 y 26:
"Y aconteció que cuando la sacaban, ella envió a decir
a su suegro: “Del hombre a quien pertenecen estas cosas estoy encinta. Y
añadió: Te ruego que examines y veas de quién es este sello, este cordón y este
báculo. Judá los reconoció, y dijo: Ella es más justa que yo, por cuanto yo no
la di por mujer a mi hijo Sela. Y no volvió a tener más relaciones con
ella."
Tamar fue traída ante su suegro, que estaba dispuesto a que
la quemaran. Y ya hemos leído como ella le convenció de que él era el padre del
niño.
Resulta sorprendente que el Señor
Jesucristo, desde un punto de vista humano, descienda de Judá y de Tamar.
Cuando El se hizo hombre, vino a través de una línea de descendencia y de una
generación caracterizada por el pecado.
Por todo ello, el apóstol Pablo
aclara en su segunda carta a los Corintios 5:21, que Cristo no conoció ni
cometió pecado alguno. Pero, por causa nuestra, para salvarnos, Dios le trató
como al pecado mismo y los pecados del mundo fueron puestos sobre El de tal
forma que, a la vez, su justicia pudiera otorgarse a aquellos que confían en
El. Y ese regalo de su justicia, se recibe solamente por medio de la fe.