No es
casualidad que hayan sido mujeres migrantes quienes con sus experiencias,
tejieron el entramado que reveló a la humanidad un gran plan de salvación.
A Agar
por ejemplo, una certeza racional, social y política la expulsó al desierto de
la incertidumbre. Caminó sola con su hijo Ismael (nacido de la relación que Abraham
tuvo con ella, la esclava de su esposa Sara) por ese desierto… quien haya
cruzado las candentes moles arenosas con el espíritu herido por el dolor de no
pertenecer, sabe lo que esto significa.
Hasta
ese momento el destino de esta mujer lo habían decidido otros sin tomarla en
cuenta, fue puesta en una situación donde las posibilidades de encontrar la
muerte eran muy altas. De pronto se vio allí peregrinando con su hijo, sin agua
y sin pan, expuestos a cualquier cosa. Ella sabía que en esa travesía se podía
perder la vida. Pero ¿resistiría ver apagarse la vida que ella había dado a
luz? La vida de su hijo, un niño frágil que lloraba asustado, cansado, sediento
y hambriento, a punto de morir.
En esa
realidad de hostilidad y muerte, Agar tomó por primera vez en su vida una
decisión: no iba a dejar que su hijo muriera sin cruzar las fronteras de la
dubitación, del desierto de la incertidumbre. ¡Se resistió!
Fueron
precisamente la incertidumbre, la aridez de la hostilidad, la soledad, la sed,
el hambre y la desolación quienes le descubrieron el atajo escondido que la
condujera al Dios con que tuviera un encuentro íntimo. Experiencia que culminó
con una generosa promesa cumplida: “Haré tan
numerosa tu descendencia, que no la podrás contar”. Le dijo el Señor a
Agar. (Gn 16, 10).
Y
efectivamente; la relación profunda entre Dios y una mujer migrante dio lugar a
una numerosa descendencia. Una mujer “indocumentada” es el primer personaje
bíblico en ver a Dios y atribuirle un nuevo nombre. Le llamó El-Roi-Dios: que significa
“veo al que me ve” (Gn 16:13). A
pesar de la vulnerabilidad de sus circunstancias por el contexto cultural y
social que la había echado al desierto, no toleró el destino de muerte que los
demás le habían impuesto a ella y a su hijo.
La
experiencia con Dios le dio a esa mujer una determinación que la llevó a
realizar acciones bien concretas para cuidar la vida de su hijo.
El-Roi-Dios-Amor encuentra
caminos alternativos cuando la intolerancia intenta detener su flujo. Establece
puntos de encuentro para la intimidad que rompen el tiempo, los muros, las
fronteras, los espacios racionales, sociales y políticos. De allí que la gran
capacidad de amar que tienen las mujeres que cruzan desiertos se agudice en las
inhóspitas circunstancias de los días oscuros donde todo parece imposible. Fue
en esas mismas circunstancias que Agar encontró agua en el desierto para su
hijo y evitó que muriera, de la misma forma las mujeres inmigrantes desarrollan
la habilidad de optimizar los recursos durante los duros días sin trabajo por
las redadas, los arrestos y las deportaciones, para preservar la existencia,
para continuar con la procreación. Siguen amando para que el amor siga
retoñando y floreciendo contra corriente, siguen sembrando fe, confiando;
siguen generando esperanza, sonriendo; saben cómo encontrar esos caminos
alternativos, esos atajos o “shortcuts”
escondidos que las llevan al amante encuentro con el Misterio de Dios para
seguir engendrando y gestando vida, a pesar de todos los obstáculos que a “the huge evil mind“ se le
puedan seguir ocurriendo…
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