"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.
El pasado
mes de junio 2009 fue inaugurado en Israel el Museo del Buen Samaritano,
que alberga una colección de mosaicos encontrados en las sinagogas judías y
samaritanas y de algunas iglesias en la Ribera Occidental y en Gaza.
Se trata
de una colección fruto de nueve años de excavaciones en la zona y que da cuenta
de la riqueza cultural y artística de esta región. El Museo del Buen Samaritano
está situado en la carretera de Jerusalén a Jericó, cerca de la antigua ciudad
de Ma'aleh Adumim, un asentamiento israelí y ciudad ubicada al este de
Jerusalén, en la Ribera Occidental y al filo del Desierto de Judea.
El lugar
es conocido porque se cree que es donde se emplazaba la posada del Buen
Samaritano que se menciona en el Nuevo Testamento. El museo es gratuito de
lunes a viernes y resulta interesante en cuanto a recopilación de antigüedades
con valor histórico.
El museo cuenta con dos espacios expositivos, y los mosaicos se pueden ver tanto al aire libre como en el interior del edificio. Hay hallazgos importantes, como unas inscripciones sagradas que datan de los siglos II y III antes de Cristo. Altares tallados en madera, reliquias religiosas, balaustradas y otras antigüedades de diversos templos completan este Museo del Buen Samaritano.
El museo cuenta con dos espacios expositivos, y los mosaicos se pueden ver tanto al aire libre como en el interior del edificio. Hay hallazgos importantes, como unas inscripciones sagradas que datan de los siglos II y III antes de Cristo. Altares tallados en madera, reliquias religiosas, balaustradas y otras antigüedades de diversos templos completan este Museo del Buen Samaritano.
Además de
las piezas que podemos ver en el Museo del Buen Samaritano, merece
la pena el lugar en sí, ya que cuenta con cuevas antiguas y pozos, y una
iglesia bizantina reconstruida. Es probable que también fuera el lugar donde se
ubicó el palacio de Herodes.
En la época de Jesús era notorio el
peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de la Galilea a Jerusalén (especialmente desde Jericó a Jerusalén)
por causa de los constantes robos y ataques a los peregrinos judíos que subían
de la Galilea a Jerusalén al menos tres veces por año.
El camino se iniciaba
en Jerusalén a unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y bajaba unos
mil metros hasta alcanzar Jericó, en el valle del Jordán, a 260 metros bajo el
nivel del mar.
La antigua posada en imágenes de hace un siglo
La parábola del Buen Samaritano
descrita en Lucas 10, 30-37 no es un hecho histórico tal como concebimos la
historia en nuestros días. Sin embargo, si analizamos esta parábola podremos
llegar a varias conclusiones acerca del contexto geográfico, sociológico y
religioso de la época.
En primer lugar, los
samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se
consideraban herejes. Los judíos fundamentaban sus razones en que los
samaritanos hacían su culto en el monte Gerizim en lugar del Templo de
Jerusalén. Además, solamente aceptaban a Moisés como único profeta, y no
reconocían la tradición oral ni el libro de los Profetas ni el de los Escritos.
Los judíos de la
Galilea, y Jesús entre ellos, en sus peregrinaciones podrían hacer el camino
más corto y práctico desde la Galilea a Jerusalén transitando por las montañas
de Samaria. Y preferían caminar por la ribera del Río Jordán (muy probablemente
del lado de Jordania de nuestros días), extendiendo así su travesía y eso se
debía a lo peligroso que le resultaba a un judío caminar por regiones
samaritanas.
En segundo lugar, la
parábola nos cuenta que un sacerdote y un levita pasan por delante del judío
apaleado y lo ignoran, siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente pensaríamos
que esa actitud se debía a una actitud de repudiable indiferencia al dolor,
pero el significado va más allá. Es muy probable que ambos fueran rumbo a
Jerusalén a oficiar en el Templo.
La ley establecía que
quien tocara un cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la noche, y alguien
impuro no podía participar de los rituales religiosos.
Está
claro que los personajes del sacerdote y el levita son mencionados en la
parábola en forma intencional. Tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso
la condición de samaritano. Todo ello está muy deliberadamente escogido para
subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es
la enseñanza de su parábola: el amor al prójimo sin importar su religión, su
origen o su fe e inclusive si ese “prójimo” es tu propio enemigo.
Finalmente, el piadoso
samaritano conduce al judío herido a una de las posadas que se encontraban en
el camino y que tenían como función dar asistencia a los viajeros:
proporcionarles agua, un lugar donde dormir bajo una fresca palmera en el
cálido desierto, curar heridas, etc. tal como lo describe la parábola.
Justamente el actual
museo del “Buen Samaritano”, inaugurado en el 2009, se encuentra en el camino
que va a Jerusalén desde Jericó y es el lugar donde durante siglos sirvió como
posada para los peregrinos que subían a Jerusalén inclusive desde la época del
Segundo Templo.
En el museo se
encuentran restos arqueológicos de la época del segundo templo (inclusive
restos de uno de los tantos palacios del Rey Herodes) y allí se exponen
fascinantes mosaicos principalmente de la época bizantina.
Uno de los hallazgos
más impactantes es, sin dudas, la bellísima iglesia bizantina que ha sido
restaurada manteniendo sus mosaicos originales y que se encuentra junto a las
habitaciones de la Posada.
Además, hay una muestra
sobre los ritos de los samaritanos en la actualidad.
Ubicación de la Posada:
Bajando
de Jerusalén a Jericó, una vez que se pasa Betfagé y Betania, se entra en el
corazón del desierto de Judea, aún se ven a lo largo de todo el recorrido,
detrás de una colina o en la ladera de un barranco, tiendas de beduinos con su
ganado.
El
desierto de Judea es muy accidentado. Junto a las altas colinas hay casi
siempre profundos wadis o torrentes de difícil acceso, llenos
de madrigueras donde se ocultan bestias y alimañas nocturnas, y de cuevas que
sirvieron en otro tiempo de guaridas a bandidos y salteadores, como los de la
Parábola del Buen Samaritano. En este desierto se organizaron también varios
intentos de sublevación contra la dominación romana en los dos primeros siglos
de nuestra era.
En el km.
11 se alcanza el fondo del valle. Antes, a la derecha, en lo alto de la colina
está el asentamiento judío de nombre Ma'ale Adumim, fundado en
1976. Dentro del poblado se descubrieron los restos de un monasterio bizantino.
Por el
fondo del valle la nueva carretera se une a la antigua. Por aquí pasaba la
calzada romana que unía Jericó con Jerusalén.
Ocho
kilómetros más adelante, al final de la única subida que hay bajando a Jericó,
está el monte Adumim (Ma'aleh Adumim, que significa «tierra
roja»), límite también entre las tribus de Judá y Benjamín. A la izquierda aún
quedan restos de una fortaleza cruzada, y a la derecha está el Khan
Hatrur, reconstruido en el siglo pasado sobre restos bizantinos o
cruzados, como testimoniaban hasta no hace muchos fragmentos de mosaico en el
suelo. La guerra de 1918 lo dejó medio en ruinas.
Vulgarmente
es conocido como «La Posada del Buen Samaritano», aludiendo a la parábola
evangélica de San Lucas 10, 29-37.
Ciertamente lo que entra dentro
de lo probable es que Jesús, al contar esta parábola, y sabedor de la
existencia de los robos en esta zona, explicara la misma apoyándose en
situaciones que se daban, la posada es también muy probable de su existencia en
esa zona, pues es en los cruces de caminos donde tradicionalmente se situaban
las mismas. Es en esa zona donde se encuentra el cruce del camino que bajaba de
Jerusalén a Jericó, y que se bifurcaba con otro que conducía al mar
Muerto. La existencia de restos Bizantinos puede ser un apoyo a esta
teoría.
El lugar, en la ruta
del Mar Muerto, es venerado desde antiguo,y así lo atestiguan los restos
excavados de una basílica bizantina, que data del siglo VI, y construcciones de
períodos posteriores. Se cree que estas edificaciones se levantaron sobre lo
que sería una posada que habría dado refugio al hombre que, según la narración
evangélica, había sido robado y despojado de todo, y que fue ayudado por el
buen samaritano, que pasó después de que el hombre hubiera sido ignorado por un levita y un sacerdote judío.
"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.
Como consecuencia de las obras que se están realizando, también se abrirá un museo en una pequeña iglesia rehabilitada y con un techo a dos aguas, donde los peregrinos podrán contemplar diversas salas con utensilios litúrgicos cristianos, mosaicos originales, y réplicas de aquellos encontrados en sinagogas samaritanas o lugares cristianos de las bíblicas Samaria, Judea (Cisjordania) y Gaza. Entre ellos, destaca una inscripción tallada en piedra que contiene los diez mandamientos en escritura samaritana, hallada en el Monte Gerizim, próximo a la ciudad cisjordana de Naplusa, donde hoy en día reside una reducida comunidad de samaritanos.
Sobre los samaritanos: Sí, ¡existen aún samaritanos! Son aproximadamente 1000 en total, la mitad de ellos viven en la ciudad israelí de Holón y la otra mitad residen en la ciudad palestina de Nablus o Siquém. El Monte Gerizin es el lugar más sagrado para los samaritanos en nuestros días.
Los samaritanos creen que fue en este
Monte Gerizim donde subió Abraham con su hijo Isaac para sacrificarlo y
ofrecerlo a Dios, en lugar del Monte Moría de Jerusalén, que veneran judíos y
cristianos. Este grupo de samaritanos residentes en territorio palestino, junto
a otro reducto en la ciudad israelí de Jolón, son los únicos vestigios vivientes
de una comunidad formada por aproximadamente 1000 miembros, que se consideran
parte del pueblo hebreo, que no judío.
El Rey David representado con una iconografía similiar a la que se utilizaba para Orfeo.
Se cree que son descendientes de las diez tribus del antiguo reino de Israel, y se rigen únicamente por el Pentateuco, la "Tora" o ley de Moisés, a diferencia del Judaísmo, que sigue el Talmud y otros libros que conforman el Antiguo Testamento. El origen de la comunidad samaritana se remonta a la muerte del rey Salomón, en el 877 antes de Cristo y que desembocó en un gran cisma del pueblo de Israel. Tan sólo las tribus de Judá y Benjamín deciden permanecer fieles a la dinastía del rey David, creando el llamado reino de Judá, con su centro espiritual en Jerusalén. Las diez tribus restantes formarían el reino de Israel, con Samaria (Shomrón) como capital.
"Uno de los principales focos de tensión entre judíos y samaritanos fue que se les negó a estos últimos participar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén". Ese antagonismo era conocido en tiempos de Jesús, cuando los samaritanos eran considerados foráneos y heréticos, alejados de la verdadera religión hebrea, razón por la que la famosa parábola ilustra la idea de que "el prójimo son todos los hombres, incluido tu peor enemigo".
El Rey David representado con una iconografía similiar a la que se utilizaba para Orfeo.
Se cree que son descendientes de las diez tribus del antiguo reino de Israel, y se rigen únicamente por el Pentateuco, la "Tora" o ley de Moisés, a diferencia del Judaísmo, que sigue el Talmud y otros libros que conforman el Antiguo Testamento. El origen de la comunidad samaritana se remonta a la muerte del rey Salomón, en el 877 antes de Cristo y que desembocó en un gran cisma del pueblo de Israel. Tan sólo las tribus de Judá y Benjamín deciden permanecer fieles a la dinastía del rey David, creando el llamado reino de Judá, con su centro espiritual en Jerusalén. Las diez tribus restantes formarían el reino de Israel, con Samaria (Shomrón) como capital.
"Uno de los principales focos de tensión entre judíos y samaritanos fue que se les negó a estos últimos participar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén". Ese antagonismo era conocido en tiempos de Jesús, cuando los samaritanos eran considerados foráneos y heréticos, alejados de la verdadera religión hebrea, razón por la que la famosa parábola ilustra la idea de que "el prójimo son todos los hombres, incluido tu peor enemigo".
Visitar
el Museo del Buen Samaritano
El Museo del buen Samaritano es
una antigua posada para viajeros del periodo otomano totalmente restaurada que
cuenta con 6 salas en las que se exhiben los restos arqueológicos de mosaicos
recuperados de numerosas sinagogas e iglesias de Samaria, que datan
principalmente de época bizantina. Otra parte del museo está dedicada a la
historia, arte y costumbres del pueblo samaritano. Para terminar, el conjunto,
comprende una antigua iglesia que contiene una amplia exposición de restos
arqueológicos.
Son de especial interés cultural
el pavimento que nos da la bienvenida al museo, se trata del Mosaico de
Gaza descubierto en la década de los sesenta, pertenecía a una
sinagoga judía y en él aparecen diferentes figuras como plantas, animales, como
el tigre, la jirafa, el pavo real y la cebra entre otros, todos ellos
enmarcados en medallones que se combinan con otras decoraciones que hacen
de este mosaico una pieza de una belleza singular.
En el interior del museo podemos
admirar otros objetos como una lápida del cercano Monasterio
de Martyrius, una mesa de mármol descubierta en el monasterio, un
precioso púlpito de piedra finamente tallado y un cofre de mármol como el
sarcófago de la iglesia de Horvat Bet y Sila.
Nuestra visita al museo no puede
concluir sin entrar en la antigua Iglesia, descubierta
durante unas excavaciones en 1934, que formaba parte del antiguo
monasterio bizantino del siglo VI, que posteriormente se convirtió en caravasar
otomano e incluso en fortaleza, durante la época de las cruzadas. La
iglesia poseía un hermoso pavimento en mosaico que fue saqueado por lo que fue
totalmente reemplazado por otro compuesto por más de un millón de teselas.
Los restos del pasado del edificio como fortaleza
cruzada lo podemos ver en el patio de la iglesia, que además
contiene distintos objetos que se remontan al siglo I aC., reflejo de la
temprana actividad que tuvo este lugar. En cambio, de su pasado como caravasar
otomano encontramos una cisterna que se encontraba en el centro de las
habitaciones que daban cobijo al peregrino.
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