viernes, 31 de julio de 2020

- La Posada del Buen Samaritano

"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.

El pasado mes de junio 2009 fue inaugurado en Israel el Museo del Buen Samaritano, que alberga una colección de mosaicos encontrados en las sinagogas judías y samaritanas y de algunas iglesias en la Ribera Occidental y en Gaza.
Se trata de una colección fruto de nueve años de excavaciones en la zona y que da cuenta de la riqueza cultural y artística de esta región. El Museo del Buen Samaritano está situado en la carretera de Jerusalén a Jericó, cerca de la antigua ciudad de Ma'aleh Adumim, un asentamiento israelí y ciudad ubicada al este de Jerusalén, en la Ribera Occidental y al filo del Desierto de Judea.

El lugar es conocido porque se cree que es donde se emplazaba la posada del Buen Samaritano que se menciona en el Nuevo Testamento. El museo es gratuito de lunes a viernes y resulta interesante en cuanto a recopilación de antigüedades con valor histórico. 
El museo cuenta con dos espacios expositivos, y los mosaicos se pueden ver tanto al aire libre como en el interior del edificio. Hay hallazgos importantes, como unas inscripciones sagradas que datan de los siglos II y III antes de Cristo. Altares tallados en madera, reliquias religiosas, balaustradas y otras antigüedades de diversos templos completan este Museo del Buen Samaritano.
Además de las piezas que podemos ver en el Museo del Buen Samaritano, merece la pena el lugar en sí, ya que cuenta con cuevas antiguas y pozos, y una iglesia bizantina reconstruida. Es probable que también fuera el lugar donde se ubicó el palacio de Herodes.
En la época de Jesús era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de la Galilea a Jerusalén (especialmente desde Jericó a Jerusalén) por causa de los constantes robos y ataques a los peregrinos judíos que subían de la Galilea a Jerusalén al menos tres veces por año.
El camino se iniciaba en Jerusalén a unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y bajaba unos mil metros hasta alcanzar Jericó, en el valle del Jordán, a 260 metros bajo el nivel del mar.
La antigua posada en imágenes de hace un siglo
La parábola del Buen Samaritano descrita en Lucas 10, 30-37 no es un hecho histórico tal como concebimos la historia en nuestros días. Sin embargo, si analizamos esta parábola podremos llegar a varias conclusiones acerca del contexto geográfico, sociológico y religioso de la época.
En primer lugar, los samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se consideraban herejes. Los judíos fundamentaban sus razones en que los samaritanos hacían su culto en el monte Gerizim en lugar del Templo de Jerusalén. Además, solamente aceptaban a Moisés como único profeta, y no reconocían la tradición oral ni el libro de los Profetas ni el de los Escritos.
Los judíos de la Galilea, y Jesús entre ellos, en sus peregrinaciones podrían hacer el camino más corto y práctico desde la Galilea a Jerusalén transitando por las montañas de Samaria. Y preferían caminar por la ribera del Río Jordán (muy probablemente del lado de Jordania de nuestros días), extendiendo así su travesía y eso se debía a lo peligroso que le resultaba a un judío caminar por regiones samaritanas.
En segundo lugar, la parábola nos cuenta que un sacerdote y un levita pasan por delante del judío apaleado y lo ignoran, siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente pensaríamos que esa actitud se debía a una actitud de repudiable indiferencia al dolor, pero el significado va más allá. Es muy probable que ambos fueran rumbo a Jerusalén a oficiar en el Templo.
La ley establecía que quien tocara un cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la noche, y alguien impuro no podía participar de los rituales religiosos.
Está claro que los personajes del sacerdote y el levita son mencionados en la parábola en forma intencional. Tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso la condición de samaritano. Todo ello está muy deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es la enseñanza de su parábola: el amor al prójimo sin importar su religión, su origen o su fe e inclusive si ese “prójimo” es tu propio enemigo.
Finalmente, el piadoso samaritano conduce al judío herido a una de las posadas que se encontraban en el camino y que tenían como función dar asistencia a los viajeros: proporcionarles agua, un lugar donde dormir bajo una fresca palmera en el cálido desierto, curar heridas, etc. tal como lo describe la parábola.
Justamente el actual museo del “Buen Samaritano”, inaugurado en el 2009, se encuentra en el camino que va a Jerusalén desde Jericó y es el lugar donde durante siglos sirvió como posada para los peregrinos que subían a Jerusalén inclusive desde la época del Segundo Templo.
En el museo se encuentran restos arqueológicos de la época del segundo templo (inclusive restos de uno de los tantos palacios del Rey Herodes) y allí se exponen fascinantes mosaicos principalmente de la época bizantina.
Uno de los hallazgos más impactantes es, sin dudas, la bellísima iglesia bizantina que ha sido restaurada manteniendo sus mosaicos originales y que se encuentra junto a las habitaciones de la Posada.
Además, hay una muestra sobre los ritos de los samaritanos en la actualidad.
Ubicación de la Posada:
Bajando de Jerusalén a Jericó, una vez que se pasa Betfagé y Betania, se entra en el corazón del desierto de Judea, aún se ven a lo largo de todo el recorrido, detrás de una colina o en la ladera de un barranco, tiendas de beduinos con su ganado.
El desierto de Judea es muy accidentado. Junto a las altas colinas hay casi siempre profundos wadis o torrentes de difícil acceso, llenos de madrigueras donde se ocultan bestias y alimañas nocturnas, y de cuevas que sirvieron en otro tiempo de guaridas a bandidos y salteadores, como los de la Parábola del Buen Samaritano. En este desierto se organizaron también varios intentos de sublevación contra la dominación romana en los dos primeros siglos de nuestra era.
En el km. 11 se alcanza el fondo del valle. Antes, a la derecha, en lo alto de la colina está el asentamiento judío de nombre Ma'ale Adumim, fundado en 1976. Dentro del poblado se descubrieron los restos de un monasterio bizantino.
Por el fondo del valle la nueva carretera se une a la antigua. Por aquí pasaba la calzada romana que unía Jericó con Jerusalén.
Ocho kilómetros más adelante, al final de la única subida que hay bajando a Jericó, está el monte Adumim (Ma'aleh Adumim, que significa «tierra roja»), límite también entre las tribus de Judá y Benjamín. A la izquierda aún quedan restos de una fortaleza cruzada, y a la derecha está el Khan Hatrur, reconstruido en el siglo pasado sobre restos bizantinos o cruzados, como testimoniaban hasta no hace muchos fragmentos de mosaico en el suelo. La guerra de 1918 lo dejó medio en ruinas.
Vulgarmente es conocido como «La Posada del Buen Samaritano», aludiendo a la parábola evangélica de San Lucas 10, 29-37.
Ciertamente lo que entra dentro de lo probable es que Jesús, al contar esta parábola, y sabedor de la existencia de los robos en esta zona, explicara la misma apoyándose en situaciones que se daban, la posada es también muy probable de su existencia en esa zona, pues es en los cruces de caminos donde tradicionalmente se situaban las mismas. Es en esa zona donde se encuentra el cruce del camino que bajaba de Jerusalén a Jericó, y que se bifurcaba con otro que conducía al mar Muerto. La existencia de restos Bizantinos puede ser un apoyo a esta teoría.
El lugar, en la ruta del Mar Muerto, es venerado desde antiguo,y así lo atestiguan los restos excavados de una basílica bizantina, que data del siglo VI, y construcciones de períodos posteriores. Se cree que estas edificaciones se levantaron sobre lo que sería una posada que habría dado refugio al hombre que, según la narración evangélica, había sido robado y despojado de todo, y que fue ayudado por el buen samaritano, que pasó después de que el hombre hubiera sido ignorado por un levita y un sacerdote judío.

"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.

Como consecuencia de las obras que se están realizando, también se abrirá un museo en una pequeña iglesia rehabilitada y con un techo a dos aguas, donde los peregrinos podrán contemplar diversas salas con utensilios litúrgicos cristianos, mosaicos originales, y réplicas de aquellos encontrados en sinagogas samaritanas o lugares cristianos de las bíblicas Samaria, Judea (Cisjordania) y Gaza. Entre ellos, destaca una inscripción tallada en piedra que contiene los diez mandamientos en escritura samaritana, hallada en el Monte Gerizim, próximo a la ciudad cisjordana de Naplusa, donde hoy en día reside una redu
cida comunidad de samaritanos.
Sobre los samaritanos: Sí, ¡existen aún samaritanos! Son aproximadamente 1000 en total, la mitad de ellos viven en la ciudad israelí de Holón y la otra mitad residen en la ciudad palestina de Nablus o Siquém. El Monte Gerizin es el lugar más sagrado para los samaritanos en nuestros días.
Los samaritanos creen que fue en este Monte Gerizim donde subió Abraham con su hijo Isaac para sacrificarlo y ofrecerlo a Dios, en lugar del Monte Moría de Jerusalén, que veneran judíos y cristianos. Este grupo de samaritanos residentes en territorio palestino, junto a otro reducto en la ciudad israelí de Jolón, son los únicos vestigios vivientes de una comunidad formada por aproximadamente 1000 miembros, que se consideran parte del pueblo hebreo, que no judío.

         El Rey David representado con una iconografía similiar a la que se utilizaba para Orfeo.


Se cree que son descendientes de las diez tribus del antiguo reino de Israel, y se rigen únicamente por el Pentateuco, la "Tora" o ley de Moisés, a diferencia del Judaísmo, que sigue el Talmud y otros libros que conforman el Antiguo Testamento. El origen de la comunidad samaritana se remonta a la muerte del rey Salomón, en el 877 antes de Cristo y que desembocó en un gran cisma del pueblo de Israel. Tan sólo las tribus de Judá y Benjamín deciden permanecer fieles a la dinastía del rey David, creando el llamado reino de Judá, con su centro espiritual en Jerusalén. Las diez tribus restantes formarían el reino de Israel, con Samaria (Shomrón) como capital.
"Uno de los principales focos de tensión entre judíos y samaritanos fue que se les negó a estos últimos participar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén". Ese antagonismo era conocido en tiempos de Jesús, cuando los samaritanos eran considerados foráneos y heréticos, alejados de la verdadera religión hebrea, razón por la que la famosa parábola ilustra la idea de que "el prójimo son todos los hombres, incluido tu peor enemigo".


Visitar el Museo del Buen Samaritano
El Museo del buen Samaritano es una antigua posada para viajeros del periodo otomano totalmente restaurada que cuenta con 6 salas en las que se exhiben los restos arqueológicos de mosaicos recuperados de numerosas sinagogas e iglesias de Samaria, que datan principalmente de época bizantina. Otra parte del museo está dedicada a la historia, arte y costumbres del pueblo samaritano. Para terminar, el conjunto, comprende una antigua iglesia que contiene una amplia exposición de restos arqueológicos.
Son de especial interés cultural el pavimento que nos da la bienvenida al museo, se trata del Mosaico de Gaza descubierto en la década de los sesenta, pertenecía a una sinagoga judía y en él aparecen diferentes figuras como plantas, animales, como el tigre, la jirafa, el pavo real y la cebra entre otros, todos ellos enmarcados en medallones que se combinan con otras decoraciones que hacen de este mosaico una pieza de una belleza singular.
En el interior del museo podemos admirar otros objetos como una lápida del cercano Monasterio de Martyrius, una mesa de mármol descubierta en el monasterio, un precioso púlpito de piedra finamente tallado y un cofre de mármol como el sarcófago de la iglesia de Horvat Bet y Sila.
Nuestra visita al museo no puede concluir sin entrar en la antigua Iglesia, descubierta durante unas excavaciones en 1934, que formaba parte del antiguo monasterio bizantino del siglo VI, que posteriormente se convirtió en caravasar otomano e incluso en fortaleza, durante la época de las cruzadas. La iglesia poseía un hermoso pavimento en mosaico que fue saqueado por lo que fue totalmente reemplazado por otro compuesto por más de un millón de teselas. 
Los restos del pasado del edificio como fortaleza cruzada lo podemos ver en el patio de la iglesia, que además contiene distintos objetos que se remontan al siglo I aC., reflejo de la temprana actividad que tuvo este lugar. En cambio, de su pasado como caravasar otomano encontramos una cisterna que se encontraba en el centro de las habitaciones que daban cobijo al peregrino.



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