lunes, 13 de julio de 2020

- Almorzando con el Maestro

Junto al Lago de Galilea hay un lugar muy sugestivo que nos recuerda el actuar de Jesús: el sitio donde, tiempo antes dio de comer a una multitud, multiplicando los panes y los peces para todos; ahora Jesús resucitado prepara una comida para los discípulos y los invitó a almorzar con él …. así lo explica el evangelio de San Juan: “Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: “Nada”. Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca… Echaron la red, y no tenían fuer zas para recogerla por la gran cantidad de pecesCuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez encima y pan. Jesús les dijo: traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y a pesar de ser tantos no se rompió la red. Jesús les dijo: “Venid a comer. …. Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos, y lo mismo el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos”. (Juan 21, 1 ss).
Y allí mismo, como en los postres, Jesús le confió a Pedro el “ser la piedra” para así edificar la nueva comunidad (la Iglesia). El evangelio sigue así: ““Cuando acabaron de comer, le dijo Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis corderos. Volvió a preguntarle por segunda vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Pastorea mis ovejas. Le preguntó por tercera vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: -Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Le dijo Jesús: -Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17).
Les invito a conocer este precioso lugar, llamado Tabgha, junto al Lago de Galilea.
En la iglesia situada junto al Lago de Galilea, llamada “Iglesia del Primado de Pedro” hay una gran roca que la tradición señala como el lugar en que los discípulos desayunaron con Jesús después de su resurrección. 
Allí Jesús dio a Pedro el mandato: “Apacienta mis ovejas”, y fuera de la Capilla, en la parte de pared lateral que da al Mar de Galilea, también es interesante fijarse en los escalones excavados en la roca, aunque hoy muy gastados «sobre los que, como nos transmite la peregrina Egeria, estuvo de pie el Señor”. Además, los escalones referidos por la peregrina Egeria (años 381-384) se pueden observar en el exterior, en el lado sur de la capilla, protegidos por una verja.

Las investigaciones arqueológicas realizadas en 1969 han confirmado que bajo la iglesia del Primado se encuentran restos de dos santuarios más antiguos: del primero, datado a finales del siglo IV, quedan visibles algunos fragmentos de sus paredes con revoque blanco; el segundo, construido cien años más tarde en piedra basáltica, es reconocible en los muros perimetrales. Los dos tenían como centro una roca llamada por los peregrinos ‘Mensa Christi’, que sigue venerándose en la actualidad delante del altar como el sitio del almuerzo con los Apóstoles.

Según la tradición, ahí preparó Jesús unas brasas para el almuerzo de los discípulos a la vuelta de la pesca. Al parecer, fue aquí donde le pregunta a Simón, “Pedro, ¿me amas?”, como “deshaciendo” las tres negaciones anteriores del Apóstol. Una vez más, este rincón de la Tierra Santa tiene que ver con el amor y el discipulado. Cristo resucitado vuelve a Galilea, que simboliza nuestra vida cotidiana; y él está ahí. A pesar de nuestras negaciones, él nos acepta siempre. Aunque en el momento de la verdad le hubiese traicionado el amigo más cercano, infinita es su misericordia y su perdón.

Un texto atribuido a la peregrina Egeria, quien visitó Tierra Santa en el siglo IV, nos ofrece un testimonio elocuente de la memoria cristiana sobre el lugar santo: «no lejos de Cafarnaúm se ven los peldaños de piedra sobre los cuales se sentó el Señor. Allí, junto al mar se encuentra un terreno cubierto de hierba abundante y muchas palmeras y, junto al mismo lugar, siete fuentes manando de cada una de ellas agua abundante. En este lugar el Señor sació una multitud con cinco panes y dos peces. La piedra sobre la cual Jesús depositó el pan ha sido convertida en un altar. Junto a las paredes de aquella iglesia pasa la vía pública, donde Mateo tenía su telonio. Sobre el monte vecino hay un lugar donde subió el Señor para pronunciar las Bienaventuranzas».

Centraremos nuestra atención en el primer sitio enumerado por Egeria: «los peldaños de piedra sobre los cuales se sentó el Señor». Según esta tradición, se refieren al sitio desde el que Jesús habría indicado a los de la barca que echaran la red a su derecha, durante la aparición del Señor resucitado que narra san Juan al final de su evangelio: “Estaban juntos Simón Pedro y Tomás —el llamado Dídimo—, Natanael —que era de Caná de Galilea—, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Les dijo Simón Pedro: —Voy a pescar. Le contestaron: —Nosotros también vamos contigo. Salieron y subieron a la barca. Pero aquella noche no pescaron nada. 

Cuando ya amaneció, se presentó Jesús en la orilla, pero sus discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús. Les dijo Jesús: —Muchachos, ¿tenéis algo de comer? —No —le contestaron. Él les dijo: —Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y casi no eran capaces de sacarla por la gran cantidad de peces. Aquel discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: —¡Es el Señor! Al oír Simón Pedro que era el Señor se ató la túnica, porque estaba desnudo, y se echó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos, arrastrando la red con los peces. Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez encima y pan. Jesús les dijo: —Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y a pesar de ser tantos no se rompió la red. Jesús les dijo: —Venid a comer. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú quién eres?», pues sabían que era el Señor. Vino Jesús, tomó el pan y lo distribuyó entre ellos, y lo mismo el pez. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de resucitar de entre los muertos”

El relato de Egeria no afirma que existiera una iglesia en la orilla donde se apareció Jesús, pero un texto tardío -de los siglos X-XI- atribuye a la emperatriz santa Elena la construcción de un santuario dedicado a los Apóstoles en el lugar donde el Señor comió con ellos. Algunos documentos a partir del siglo IX lo denominan indistintamente ‘Mensa, Tabula Domini’. Por un testimonio de la Edad Media, sabemos también que el templo estaba dedicado en particular al Príncipe de los Apóstoles: «al pie del monte está la iglesia de san Pedro, muy hermosa pero abandonada», afirma el peregrino Saewulfus en 1102. Tras diversas vicisitudes, fue definitivamente destruida en 1263. 

La actual, levantada por los franciscanos en 1933 sobre los cimientos de la antigua capilla, se llama iglesia del Primado para recordar el sitio donde Jesús confirmó a Pedro como pastor supremo de la Iglesia. Así lo narra el evangelio “Cuando acabaron de comer, le dijo Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Apacienta mis corderos. Volvió a preguntarle por segunda vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Le respondió: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: -Pastorea mis ovejas. Le preguntó por tercera vez: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque le preguntó por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: -Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero. Le dijo Jesús: -Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17).
La Iglesia del Primado de Pedro (abierta todos los días de 8 a.m. a 5 p.m.) es una capilla franciscana que incorpora vestigios de una iglesia del siglo cuarto y parte importante de la “mesa de Cristo”, hecha en piedra donde Jesús sirvió a sus discípulos un desayuno a base de pescado después de que desembarcaron en la orilla.
El Ministerio de Turismo de Israel construyó el paseo de Tabha-Cafarnaún para conectar la iglesia con la de la Multiplicación de los Panes y los Peces, que está cerca. 

Esta última se pueden ver mosaicos del período bizantino que muestran sucesos que tuvieron lugar aquí, según las escrituras cristianas.
Aquí fue donde, según una antiquísima tradición, Pedro y sus compañeros, después de la Resurrección del Señor, llenaron de abundante pesca las redes, después de una noche inútil, a la voz del Señor que, desde la orilla, les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

Y aquí mismo, como nos cuenta el Evangelio, el Señor les tenía preparado el desayuno -peces asados- y Pedro va a ser nombrado y constituido el primer Papa, pero primero es puesto a prueba. Jesús lo examina de Amor. Y parece que Jesús se solaza en el triple interrogatorio sobre lo mismo: “¿Pedro me amas más que éstos?” Y esto por tres veces… Jesús conoce a Pedro y no duda de su amor, lo que pasa es que Pedro le había negado por tres veces días antes, en el atrio de Jerusalén, y Pedro comprende que Jesús quiere doblegar la presunción de este hombre tosco y rudo.
Por eso contesta ahora sin arrogancia, con cierta timidez: «Señor, tú sabes todo, tú sabes que te amo». Jesús queda satisfecho con la reacción de Pedro y por ello le confía la difícil misión de proseguir su obra a través de los siglos. La fuerza del Resucitado nunca faltará a la Iglesia, pero ésta quedó confiada a un hombre -más o menos digno- que a «dedo», sin ningún mérito, ha elegido Jesús.
San Juan asocia este relato de la entrega del Primado con la pesca milagrosa: Yo os haré pescadores de hombres, pues Jesús, en esa piedra -Mensa Christi- les tenía preparado un almuerzo, con un pez, -no de los pescados-, que él estaba asando, que se lo ofrece a los discípulos, juntamente con pan. Los primitivos cristianos, -en cuyo seno se escribieron los evangelios (repetimos)-, significaban en estos dos elementos; pan + pez, el símbolo del banquete eucarístico. Esto lo hemos visto también en el mosaico del altar de la Iglesia de la multiplicación.
Es como si a orillas del lago compartiera el Resucitado una singular Eucaristía con este pequeño grupo de incondicionales, antes de ceder a Pedro el liderazgo de su comunidad. La Iglesia, pues, cimentada sobre el misterio eucarístico, realiza su andadura aceptando el liderazgo de Pedro. Es una gran barca, que guiada por su timonel -Pedro- intenta meter en sus redes a cuantos peces -creyentes- pueda del mar -el mundo-. Y esto sólo es posible si pescadores -creyentes- y timonel se nutren del alimento (pan + pez) de la Eucaristía = Jesús Resucitado.
IGLESIA DEL PRIMADO
Por eso es interesante fijarse, dentro de la Capilla en la roca debajo del altar, donde estaban las brasas y los peces. Por eso se llama a la roca «Mensa Domini», la Mesa del Señor, como también puede simbolizar la «roca» que es Pedro. Sobre ella muchos peregrinos apoyan la cabeza en señal de adoración a Jesús. Aquí estuvieron rezando Pablo VI y Juan Pablo II.

1- Roca sagrada, Mensa Christi. (ver gráfico)
2. Restos de la iglesia de los siglos IV y V

3. Banco rocoso y pasos mencionados por Egeria.
4. Seis piedras en forma de corazón llamadas Doce Tronos (período bizantino y árabe del siglo V-IX d. C.).
La primera multiplicación de los panes
“Y al desembarcar Jesús vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer”. El les contestó: “Dadles vosotros de comer”. Ellos le dicen: “¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?” El les dice: “¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.” Después de haberse cerciorado, le dicen: “Cinco, y dos peces.”
Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres. (
Marcos 6,34-44).

Tabgha (Ein Sheva) es una zona situada en la costa norte-occidental del Mar de Galilea en Israel. Tradicionalmente se conoce como el lugar del milagro de la multiplicación de panes y peces (Marcos 6: 30-46) y por la cuarta aparición de la resurrección de Jesús (Juan 21: 1-24) después de su crucifixión.
El primer edificio construido en Tabgha fue una pequeña capilla construida en el siglo IV (alrededor del año 350) por el judío converso al cristianismo, José de Tiberíades. Según Epifanio, José era un contemporáneo del emperador Constantino, un erudito rabínico, miembro del Sanedrín y discípulo de Hillel. Después de su conversión, el emperador Constantino le dio el rango de recuento, y le dio permiso para construir iglesias en la Galilea. En concreto, en las ciudades judías donde no había una comunidad cristiana, y en la Galilea, incluido el Mar de Galilea, que era una zona con mayoría de población judía. Este fue probablemente el santuario descrito por la peregrina Egeria a fines del siglo IV. 
El mosaico de los peces y los panes se encuentra al lado de una gran roca; algunos estudiosos del Nuevo Testamento y constructores de la iglesia original especulan que Jesús se puso de pie sobre esta piedra cuando bendijo a los peces y panes antes de alimentar a la multitud que se reunió para escucharlo.





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