viernes, 31 de julio de 2020

- La Posada del Buen Samaritano

"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.

El pasado mes de junio 2009 fue inaugurado en Israel el Museo del Buen Samaritano, que alberga una colección de mosaicos encontrados en las sinagogas judías y samaritanas y de algunas iglesias en la Ribera Occidental y en Gaza.
Se trata de una colección fruto de nueve años de excavaciones en la zona y que da cuenta de la riqueza cultural y artística de esta región. El Museo del Buen Samaritano está situado en la carretera de Jerusalén a Jericó, cerca de la antigua ciudad de Ma'aleh Adumim, un asentamiento israelí y ciudad ubicada al este de Jerusalén, en la Ribera Occidental y al filo del Desierto de Judea.

El lugar es conocido porque se cree que es donde se emplazaba la posada del Buen Samaritano que se menciona en el Nuevo Testamento. El museo es gratuito de lunes a viernes y resulta interesante en cuanto a recopilación de antigüedades con valor histórico. 
El museo cuenta con dos espacios expositivos, y los mosaicos se pueden ver tanto al aire libre como en el interior del edificio. Hay hallazgos importantes, como unas inscripciones sagradas que datan de los siglos II y III antes de Cristo. Altares tallados en madera, reliquias religiosas, balaustradas y otras antigüedades de diversos templos completan este Museo del Buen Samaritano.
Además de las piezas que podemos ver en el Museo del Buen Samaritano, merece la pena el lugar en sí, ya que cuenta con cuevas antiguas y pozos, y una iglesia bizantina reconstruida. Es probable que también fuera el lugar donde se ubicó el palacio de Herodes.
En la época de Jesús era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de la Galilea a Jerusalén (especialmente desde Jericó a Jerusalén) por causa de los constantes robos y ataques a los peregrinos judíos que subían de la Galilea a Jerusalén al menos tres veces por año.
El camino se iniciaba en Jerusalén a unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y bajaba unos mil metros hasta alcanzar Jericó, en el valle del Jordán, a 260 metros bajo el nivel del mar.
La antigua posada en imágenes de hace un siglo
La parábola del Buen Samaritano descrita en Lucas 10, 30-37 no es un hecho histórico tal como concebimos la historia en nuestros días. Sin embargo, si analizamos esta parábola podremos llegar a varias conclusiones acerca del contexto geográfico, sociológico y religioso de la época.
En primer lugar, los samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se consideraban herejes. Los judíos fundamentaban sus razones en que los samaritanos hacían su culto en el monte Gerizim en lugar del Templo de Jerusalén. Además, solamente aceptaban a Moisés como único profeta, y no reconocían la tradición oral ni el libro de los Profetas ni el de los Escritos.
Los judíos de la Galilea, y Jesús entre ellos, en sus peregrinaciones podrían hacer el camino más corto y práctico desde la Galilea a Jerusalén transitando por las montañas de Samaria. Y preferían caminar por la ribera del Río Jordán (muy probablemente del lado de Jordania de nuestros días), extendiendo así su travesía y eso se debía a lo peligroso que le resultaba a un judío caminar por regiones samaritanas.
En segundo lugar, la parábola nos cuenta que un sacerdote y un levita pasan por delante del judío apaleado y lo ignoran, siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente pensaríamos que esa actitud se debía a una actitud de repudiable indiferencia al dolor, pero el significado va más allá. Es muy probable que ambos fueran rumbo a Jerusalén a oficiar en el Templo.
La ley establecía que quien tocara un cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la noche, y alguien impuro no podía participar de los rituales religiosos.
Está claro que los personajes del sacerdote y el levita son mencionados en la parábola en forma intencional. Tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso la condición de samaritano. Todo ello está muy deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es la enseñanza de su parábola: el amor al prójimo sin importar su religión, su origen o su fe e inclusive si ese “prójimo” es tu propio enemigo.
Finalmente, el piadoso samaritano conduce al judío herido a una de las posadas que se encontraban en el camino y que tenían como función dar asistencia a los viajeros: proporcionarles agua, un lugar donde dormir bajo una fresca palmera en el cálido desierto, curar heridas, etc. tal como lo describe la parábola.
Justamente el actual museo del “Buen Samaritano”, inaugurado en el 2009, se encuentra en el camino que va a Jerusalén desde Jericó y es el lugar donde durante siglos sirvió como posada para los peregrinos que subían a Jerusalén inclusive desde la época del Segundo Templo.
En el museo se encuentran restos arqueológicos de la época del segundo templo (inclusive restos de uno de los tantos palacios del Rey Herodes) y allí se exponen fascinantes mosaicos principalmente de la época bizantina.
Uno de los hallazgos más impactantes es, sin dudas, la bellísima iglesia bizantina que ha sido restaurada manteniendo sus mosaicos originales y que se encuentra junto a las habitaciones de la Posada.
Además, hay una muestra sobre los ritos de los samaritanos en la actualidad.
Ubicación de la Posada:
Bajando de Jerusalén a Jericó, una vez que se pasa Betfagé y Betania, se entra en el corazón del desierto de Judea, aún se ven a lo largo de todo el recorrido, detrás de una colina o en la ladera de un barranco, tiendas de beduinos con su ganado.
El desierto de Judea es muy accidentado. Junto a las altas colinas hay casi siempre profundos wadis o torrentes de difícil acceso, llenos de madrigueras donde se ocultan bestias y alimañas nocturnas, y de cuevas que sirvieron en otro tiempo de guaridas a bandidos y salteadores, como los de la Parábola del Buen Samaritano. En este desierto se organizaron también varios intentos de sublevación contra la dominación romana en los dos primeros siglos de nuestra era.
En el km. 11 se alcanza el fondo del valle. Antes, a la derecha, en lo alto de la colina está el asentamiento judío de nombre Ma'ale Adumim, fundado en 1976. Dentro del poblado se descubrieron los restos de un monasterio bizantino.
Por el fondo del valle la nueva carretera se une a la antigua. Por aquí pasaba la calzada romana que unía Jericó con Jerusalén.
Ocho kilómetros más adelante, al final de la única subida que hay bajando a Jericó, está el monte Adumim (Ma'aleh Adumim, que significa «tierra roja»), límite también entre las tribus de Judá y Benjamín. A la izquierda aún quedan restos de una fortaleza cruzada, y a la derecha está el Khan Hatrur, reconstruido en el siglo pasado sobre restos bizantinos o cruzados, como testimoniaban hasta no hace muchos fragmentos de mosaico en el suelo. La guerra de 1918 lo dejó medio en ruinas.
Vulgarmente es conocido como «La Posada del Buen Samaritano», aludiendo a la parábola evangélica de San Lucas 10, 29-37.
Ciertamente lo que entra dentro de lo probable es que Jesús, al contar esta parábola, y sabedor de la existencia de los robos en esta zona, explicara la misma apoyándose en situaciones que se daban, la posada es también muy probable de su existencia en esa zona, pues es en los cruces de caminos donde tradicionalmente se situaban las mismas. Es en esa zona donde se encuentra el cruce del camino que bajaba de Jerusalén a Jericó, y que se bifurcaba con otro que conducía al mar Muerto. La existencia de restos Bizantinos puede ser un apoyo a esta teoría.
El lugar, en la ruta del Mar Muerto, es venerado desde antiguo,y así lo atestiguan los restos excavados de una basílica bizantina, que data del siglo VI, y construcciones de períodos posteriores. Se cree que estas edificaciones se levantaron sobre lo que sería una posada que habría dado refugio al hombre que, según la narración evangélica, había sido robado y despojado de todo, y que fue ayudado por el buen samaritano, que pasó después de que el hombre hubiera sido ignorado por un levita y un sacerdote judío.

"Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí objetos de la época del Segundo Templo de Jerusalén, probablemente del tiempo de Jesús", explicó el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados.

Como consecuencia de las obras que se están realizando, también se abrirá un museo en una pequeña iglesia rehabilitada y con un techo a dos aguas, donde los peregrinos podrán contemplar diversas salas con utensilios litúrgicos cristianos, mosaicos originales, y réplicas de aquellos encontrados en sinagogas samaritanas o lugares cristianos de las bíblicas Samaria, Judea (Cisjordania) y Gaza. Entre ellos, destaca una inscripción tallada en piedra que contiene los diez mandamientos en escritura samaritana, hallada en el Monte Gerizim, próximo a la ciudad cisjordana de Naplusa, donde hoy en día reside una redu
cida comunidad de samaritanos.
Sobre los samaritanos: Sí, ¡existen aún samaritanos! Son aproximadamente 1000 en total, la mitad de ellos viven en la ciudad israelí de Holón y la otra mitad residen en la ciudad palestina de Nablus o Siquém. El Monte Gerizin es el lugar más sagrado para los samaritanos en nuestros días.
Los samaritanos creen que fue en este Monte Gerizim donde subió Abraham con su hijo Isaac para sacrificarlo y ofrecerlo a Dios, en lugar del Monte Moría de Jerusalén, que veneran judíos y cristianos. Este grupo de samaritanos residentes en territorio palestino, junto a otro reducto en la ciudad israelí de Jolón, son los únicos vestigios vivientes de una comunidad formada por aproximadamente 1000 miembros, que se consideran parte del pueblo hebreo, que no judío.

         El Rey David representado con una iconografía similiar a la que se utilizaba para Orfeo.


Se cree que son descendientes de las diez tribus del antiguo reino de Israel, y se rigen únicamente por el Pentateuco, la "Tora" o ley de Moisés, a diferencia del Judaísmo, que sigue el Talmud y otros libros que conforman el Antiguo Testamento. El origen de la comunidad samaritana se remonta a la muerte del rey Salomón, en el 877 antes de Cristo y que desembocó en un gran cisma del pueblo de Israel. Tan sólo las tribus de Judá y Benjamín deciden permanecer fieles a la dinastía del rey David, creando el llamado reino de Judá, con su centro espiritual en Jerusalén. Las diez tribus restantes formarían el reino de Israel, con Samaria (Shomrón) como capital.
"Uno de los principales focos de tensión entre judíos y samaritanos fue que se les negó a estos últimos participar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén". Ese antagonismo era conocido en tiempos de Jesús, cuando los samaritanos eran considerados foráneos y heréticos, alejados de la verdadera religión hebrea, razón por la que la famosa parábola ilustra la idea de que "el prójimo son todos los hombres, incluido tu peor enemigo".


Visitar el Museo del Buen Samaritano
El Museo del buen Samaritano es una antigua posada para viajeros del periodo otomano totalmente restaurada que cuenta con 6 salas en las que se exhiben los restos arqueológicos de mosaicos recuperados de numerosas sinagogas e iglesias de Samaria, que datan principalmente de época bizantina. Otra parte del museo está dedicada a la historia, arte y costumbres del pueblo samaritano. Para terminar, el conjunto, comprende una antigua iglesia que contiene una amplia exposición de restos arqueológicos.
Son de especial interés cultural el pavimento que nos da la bienvenida al museo, se trata del Mosaico de Gaza descubierto en la década de los sesenta, pertenecía a una sinagoga judía y en él aparecen diferentes figuras como plantas, animales, como el tigre, la jirafa, el pavo real y la cebra entre otros, todos ellos enmarcados en medallones que se combinan con otras decoraciones que hacen de este mosaico una pieza de una belleza singular.
En el interior del museo podemos admirar otros objetos como una lápida del cercano Monasterio de Martyrius, una mesa de mármol descubierta en el monasterio, un precioso púlpito de piedra finamente tallado y un cofre de mármol como el sarcófago de la iglesia de Horvat Bet y Sila.
Nuestra visita al museo no puede concluir sin entrar en la antigua Iglesia, descubierta durante unas excavaciones en 1934, que formaba parte del antiguo monasterio bizantino del siglo VI, que posteriormente se convirtió en caravasar otomano e incluso en fortaleza, durante la época de las cruzadas. La iglesia poseía un hermoso pavimento en mosaico que fue saqueado por lo que fue totalmente reemplazado por otro compuesto por más de un millón de teselas. 
Los restos del pasado del edificio como fortaleza cruzada lo podemos ver en el patio de la iglesia, que además contiene distintos objetos que se remontan al siglo I aC., reflejo de la temprana actividad que tuvo este lugar. En cambio, de su pasado como caravasar otomano encontramos una cisterna que se encontraba en el centro de las habitaciones que daban cobijo al peregrino.



- Los Magos de Oriente y la Estrella

La astronomía babilónica para entender más del nacimiento de Jesús
Aquí tenemos una explicación lógica e impulsada por la ciencia para el viaje de los magos y la estrella de Belén, algo que los eruditos han buscado durante siglos. Esta es la explicación ofrecida por el doctor Simo Parpola, profesor retirado de Asiriología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. El profesor Parpola también fue investigador asociado y consultor del Chicago Assyrian Dictionary y publicó numerosos libros y artículos sobre una amplia gama de temas, incluyendo la ciencia y la astrología mesopotámicas, la historia asiria, la ideología real y la religión, y la antigua geografía del Cercano Oriente.

La maravillosa estrella que se cernía sobre Belén en el nacimiento de Jesús ha desconcertado a los estudiosos de la Biblia y a los astrónomos.
Los intentos de identificar la estrella con fenómenos celestes históricos no han sido concluyentes en el mejor de los casos, lo que ha llevado a muchos a descartar el relato del Evangelio como un mito hermoso pero imaginativo.
Otros siguen volviendo a esta pregunta, sabiendo que si solo pudiéramos vincular la estrella con un evento celestial específico, también podríamos señalar la fecha del nacimiento de Jesús.
Porque aunque hoy celebramos el nacimiento de Jesús en el año 1 dC, la mayoría de los estudiosos creen que en realidad nació en algún momento entre el 7 y el 4 aC., Y según el Evangelio de Mateo se indica que Jesús nació tarde en el reinado del rey Herodes de Judea, quien murió en 4 dC 

Quizás la astronomía babilónica puede proporcionar la clave para identificar la estrella y fechar el nacimiento de Jesús: Eso es porque el Evangelio de Mateo nos dice que los magos, astrónomos del Este, creían que la estrella los conduciría a un nuevo rey. ¿Por qué? ¿Qué sabían los magos? ¿Qué información tenían?..:Quizás esto:
1-Una conjunción triple de Júpiter, Saturno y Piscis, una vez cada 800 años.
2-El dios babilónico Marduk, el rey, y Ea, dios babilónico de la sabiduría.
3-Un raro y excepcional almanaque babilónico
4-Un vacío de poder político en el Cercano Oriente
5-Júpiter y Saturno en movimiento retrógrado a fines de diciembre, 7 aC.
--Suma todo y ¿qué obtienes? Una explicación lógica e impulsada por la ciencia para el viaje de los magos y la estrella de Belén, algo que los eruditos han buscado durante siglos. Esta es la explicación ofrecida por Simo Parpola, profesor retirado de Asiriología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. El profesor Parpola también fue investigador asociado y consultor del Chicago Assyrian Dictionary y publicó numerosos libros y artículos sobre una amplia gama de temas, incluyendo la ciencia y la astrología mesopotámicas, la historia asiria, la ideología real y la religión, y la antigua geografía del Cercano Oriente.
Ahora, el conocimiento más amplio de este distinguido erudito de la astronomía babilónica, con un toque de la política del Cercano Oriente del siglo I aC.: nos da la teoría más convincente y exhaustiva no solo sobre cómo una "estrella" parecía moverse y detenerse sobre Belén en Judea, sino también cómo habría sido interpretada por los sabios de Babilonia, y por qué esa interpretación los llevó a recorrer 750 millas por el desierto.
Los magos habrían hecho en Jerusalén una larga parada, anterior a poder llegar a Belén y poder encontrar al Niño en el establo, ocurrió cuando la "estrella", o la conjunción de dos planetas y una constelación, se detuvieron en su viaje hacia Belén. Esta "pausa" ocurrió debido a un efecto visual astronómico en el que la Tierra, viajando más rápido que los otros dos planetas, los alcanzó brevemente.
Por lo tanto, puede ver cómo el profesor Parpola cubre una de las muchas objeciones que se han hecho sobre las teorías científicas de la estrella a lo largo de los siglos.
Y los factores enumerados al comienzo de este articulo, explicando cómo los babilonios vieron eventos astronómicos inusuales, los vincularon con dioses y reyes, los consideraron presagios de eventos políticos e incluso dieron la palabra kakkabu para nombrar el evento.
Para los babilonios, esa palabra “kakkabu” significaba una estrella, un planeta o una constelación, lo que llevó a los investigadores modernos, hasta ahora, a descartar eventos como la conjunción porque no era una sola estrella, como la tradición cristiana llegó a creer.
Por lo tanto, el vasto conocimiento del profesor Parpola sobre la sociedad babilónica y el descubrimiento arqueológico del almanaque que rastreó la conjunción viajera es lo que hace que todo esto sea posible. ¿Qué más podemos aprender sobre este tema en particular, el nacimiento de Jesús, de la investigación académica?.

La explicación más razonable es que hubiera una conjunción de planetas, es decir, que dos se aproximaran mucho en su órbita y pudieran divisarse en el cielo de este modo. Están probados este tipo de fenómenos en la época, sobre todo entre Júpiter y Saturno, así que puede que MelchorGaspar y Baltasar (o sus contemporáneos) usasen este fenómeno como referencia para llegar a su destino.
Esta conjunción planetaria sucedió el 1 de mayo de 2011. Aparecen Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y la Luna.
Y aunque la opción de una supernova puede parecer la más apropiada, muchos sostienen que no tuvo por qué ser una estrella. Pudo ser Júpiter, en conjunción con Saturno y Marte. En aquella época, los planetas eran “estrellas errantes”, y, para muchos, tenían un importante significado astrológico o místico. En los años 6 y 5 antes de nuestra era hubo varias conjunciones en la constelación de Piscis.
Por un lado, ¡dos profesores distinguidos han debatido dónde nació realmente Jesús! ¿Podría toda la tradición cristiana haberse equivocado en los últimos milenios?
No, la tradición oral en Oriente es muy importante y ella nos indica que “Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes”.

Buscando el camino de los Magos: los Magos habrían podido seguir la Ruta del Incienso que unía Egipto con la India atravesando la Península Arábiga. Según esta hipótesis, la ciudad de Hadramut, en lo que hoy es Yemen, habría sido el origen del recorrido de los Reyes Magos, que habrían cruzado la Península Arábiga para llegar a Egipto y después a Belén de Judea.
Otras teorías apuntan a Persépolis (en lo que hoy es Irán) como inicio del recorrido de los Reyes Magos para adorar a Jesús. De ser así, habrían cruzado Irak, Siria, Líbano y Palestina en un largo viaje de cerca de 2.000 kilómetros. Otros, en cambio, creen que el origen podría haber sido la antigua Babilonia en la actual Falluja. Este camino reseguiría el río Éufrates enlazando las ciudades de Tadmur, Damasco, Amán, Jerusalén hasta dirigirse al sur hasta Belén.
Un grupo de unos 60 expedicionarios de diferentes religiones recreó en el año 2000 el posible itinerario que podrían haber seguido los Reyes Magos de Oriente. Su largo viaje en camello, de unos 1.600 kilómetros, duró 83 días en los que atravesaron Irak, Siria, Jordania y Cisjordania para llegar a Belén.
¿Qué nos dice la Bíblia?
Estos versículos constituyen la única referencia evangélica a los tres “magos”. Es en el Evangelio de San Mateo en el capitulo 2, 1-16:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.

Un biblista y también historiador, ofrece su opinión:
Para historiadores religiosos como Armand Puig, decano de la Facultad de Teología de Barcelona y biblista de prestigio internacional, el evangelio de Mateo es la principal pista de toda la investigación. (entrevista a la prensa en diciembre 2017).
“Estos versículos narran la visita de unos sabios venidos de Oriente en un tiempo sin determinar que siguen una estrella, pero con detalles fundamentales para averiguar su procedencia”, apunta Puig en conversación. “Hay que leer atentamente a Mateo y racionalizarlo, da claves para explicar pormenores de los llamados reyes magos”, insiste. Precisamente el tiempo es una de las claves para deducir la ruta que siguieron Melchor, Gaspar y Baltasar. Según explica Mateo, la residencia de José y Maria en Belén culmina con la visita de los “Sabios de Oriente”, en un momento impreciso después del nacimiento. Mateo escribe que los sabios encuentran al niño y a su madre en una “casa” y no en un establo.
Además, Mateo convierte en coprotagonista de la visita de los Reyes Magos al rey Herodes. Una aparición nada badalí, puesto que Herodes ordenó la masacre de los niños nacidos desde dos años antes. A todo esto hay que sumar un aspecto filológico que es el participio aoristo particular del griego que utiliza Mateo con el verbo nacer del versículo 2. Esta forma verbal tiene un matiz de indeterminación temporal que tanto podría traducirse como “nació” o “ha nacido” y, por tanto, no significa que Jesús sea un recién nacido.
Una vez establecido que los Reyes Magos pudieron tomarse su tiempo para llegar a Belén, dos teorías explican su origen. Por un lado, ante la genérica procedencia de “Oriente”, coexisten los que defienden que eran persas y, por otro, los que opinan que su origen es árabe.
Puig está convencido que provinieron de Persia. En su pormenorizado estudio sobre el nacimiento de Jesús, el teólogo recuerda que “Arabia” se entendía en la antigüedad como el antiguo reino nabateo, en el que se encontraba Damasco, al este de Perea y Judea. “Un detalle histórico remacharía la idea de su origen persa, y es el cuadro de la Natividad en la iglesia de Belén”, describe Puig. “Cabe recordar que en el año 614, los persas no la destruyeron durante su invasión a Tierra Santa porque vieron en ella imágenes de los tres sabios con atuendos típicos de su país”, añade.
En el libro The Star of Bethlehem del astrónomo Mark Kidger (Princeton University Press, 1999), se concluye que la estrella que Melchor, Gaspar y Baltasar utilizaron como GPS no fue ningún cometa, sino probablemente una Nova -que Kidger bautiza como DO Aquilae- que además fue constatada por astrónomos chinos y coreanos a mediados de marzo del año 5 antes de Cristo.
Teniendo en cuenta que Jesús nació entre el invierno del año 7 y marzo del 6 tiene todo el relato que escribe Mateo sobre cómo los tres sabios siguieron la estela y llegaron a tiempo de adorar el niño Jesús. Un tiempo que hubiera permitido a los tres sabios cruzar Oriente para llegar antes que la familia de Jesús abandonara Belén.
Los astrónomos chinos y coreanos que detectaron “un objeto celeste muy brillante” se situaría en las modernas constelaciones de Capricornio y Aquila y hubiera sido visible aproximadamente durante tres meses. Primero al este, cuando la hubieran visto en una posición baja; y después al sur -Belén está al sur de Jerusalén, según un cambio astronómico de 90 grados de sureste a suroeste.
Para Puig la estrella de Kidger y los testigos coreanos completan el sudoku de las fechas. La Nova que propone Kidger es un “elemento de plausibidad histórica” alrededor del nacimiento de Jesús no del momento de su nacimiento, sino que dataría la llegada a Belén de unos sabios astrónomos (o astrólogos) de Oriente entre marzo-mayo del año 5 aC, cuando Jesús nació muy probablemente entre el 7 y 6 aC.
Este intervalo de un año y medio a dos años cuenta con un aliado extraordinario y es el plazo que Herodes marcó para masacrar a los niños después del nacimiento de Jesús: dos años (Mt, 2, 16).

viernes, 24 de julio de 2020

- La Biblia y los judeocristianos

“Sal de tu tierra”. Estudios sobre el extranjero en el Antiguo Testamento
El profesor Antonio Piñero (*) nos ofrece este interesante análisis del libro señalado en el título:
El estudio del Antiguo Testamento, tampoco tendría que ponderar nada, porque es claro y rotundo que el canon de libros sagrados del cristianismo primitivo tuvo enseguida dos partes: una estrictamente judía y otra judeocristiana. Desde el punto de vista cristiano y judío, utilizamos el vocablo “testamento” en el sentido de “alianza de Dios con su pueblo”. Para los judíos, la alianza divina era con su pueblo elegido, Israel; para los cristianos, con “su pueblo”, la humanidad entera. Algunas observaciones más al respecto:
El cristianismo primitivo no tenía más “Biblia” que la de Jesús, la Biblia hebrea, y tardó casi dos siglos en establecer –y de manera oficiosa, nunca oficial (en el catolicismo hasta el concilio de Trento; sí no es un error, en torno al 1560; en el protestantismo, desde la Reforma y en la práctica)– un elenco de libros sagrados propios, que se denominó con el tiempo “Nueva Alianza” = “Nuevo Testamento”.
El joven cristianismo, en realidad un judeocristianismo, nunca estuvo sin una Sagrada Escritura. El nuevo grupo religioso era en sus primeros momentos una mera rama del judaísmo que simplemente aceptaba como mesías a una persona concreta, y sostenía que había resucitado y que vendría pronto a la tierra a cumplir la misión truncada por su muerte. Pero apenas cuestionaba nada más de la teología judía. Por ello aceptó como algo obvio el conjunto de libros que hoy llamamos “Antiguo Testamento” como escritura sagrada. Los judeocristianos más antiguos, que creían en Jesús como el mesías, acabaron sintiéndose el verdadero Israel, el que de verdad comprendía esas Escrituras que profetizan al mesías. Esas Escrituras eran suyas, pues anunciaban lo que había ocurrido con Jesús.
Los cristianos no se interesaron por el Antiguo Testamento como objeto de estudio en sí, es decir, no se preocuparon de investigar cuál era el sentido histórico de los diversos libros, o secciones de ellos, sino que consideran fundamentalmente a este corpus, como un testimonio de la mesianidad de Jesús, como indiqué. Veían al Antiguo Testamento como una confirmación de la verdad de la figura y misión del Nazoreo siguiendo el esquema de “promesa” (Antiguo Testamento) – “cumplimiento” (vida y hechos de Jesús).
Normalmente, el texto citado del Antiguo Testamento por el cristianismo primitivo no es el hebreo (que más tarde sería considerado intocable por los judíos), sino casi siempre la traducción griega de los “Setenta” (el texto hebreo comenzó a verterse al griego hacia el 270 a. C. y tardó casi dos siglos en concluirse). Tanto el canon (o lista) como el texto del Antiguo Testamento no eran fijos en los primeros tiempos del cristianismo naciente; los primeros cristianos manejan ese texto con libertad –quitan, añaden, cambian—, de modo que podemos decir que había una cierta fluidez en su uso, es decir, el tenor estrictamente literal no era aún sacrosanto. Se buscaba el sentido del texto sagrado, pero la letra de él podía acomodarse a las circunstancias, por ejemplo, de una discusión teológica.
El cristianismo primitivo no se hizo problemas expresamente sobre la extensión del canon veterotestamentario, es decir el número exacto de libros que componían esa lista. Solamente cuando el Nuevo Testamento estaba ya formado en la práctica –poco después del 200 aproximadamente—, empezamos a encontrar algunas consideraciones sobre el valor del Antiguo Testamento. Los cristianos no aceptaron sin más la decisión de los judíos sobre su Biblia (el número de libros que contenía), sino que siguieron otra tradición (¿la del judaísmo de lengua griega, sobre todo alejandrino?) y consideraron canónicos a algunos libros de la traducción al griego de los LXX rechazados como espurios por el judaísmo oficial. Así, Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos, Ecle­siás­tico, Sabiduría, situación que dura hasta hoy entre los católicos.
Sin embargo, cuando consideramos el libro de Verbo Divino que comentamos, hay que decir que todos sus autores no están estudiando (y presentando los resultados de su estudio) el texto griego, sino el hebreo. Prácticamente todos conocen bien el hebreo bíblico, por lo que los estudios presentados en este libro se basan en ese texto.
 “El pueblo de Israel inició su andadura sabiéndose «el otro» en Egipto, y que la traumática experiencia del exilio en Babilonia fue crucial en la configuración de su identidad”.
“Las aportaciones recogidas en este volumen ofrecen un recorrido sugerente por el Antiguo Testamento, desde el Pentateuco a la literatura sapiencial pasando por los profetas, Rut, Daniel y Tobías. Una aproximación necesariamente plural, puesto que las circunstancias históricas de cada época conformaron diferentes sensibilidades hacia el extranjero”.
Y como la consideración de la pluralidad de enfoques está justamente de moda en nuestros días al abordar cualquier cuestión, el que el libro sea una obra de estrecha colaboración entre profesionales enriquece mucho al lector, porque sus miradas son plurales. Personalmente, aunque haya dedicado mi vida más al estudio del Nuevo Testamento, y me considere en verdad poco competente en el Antiguo, debo aquí confesar que mi respuesta a la típica pregunta: “¿Qué único libro se llevaría –si solo le permitieran llevarse uno– si Usted estuviera confinado en una isla desierta?”, siempre he respondido: La Biblia.
Como dicen los rabinos: “Setenta caras tiene la ‘Ley’ (de Moisés, sinónimo aquí de Biblia)… y cada uno puede encontrar en ella lo que desea”.
Afirma la editora literaria la Dra. Seijas que este volumen puede contribuir a desarrollar una mayor sensibilidad hacia los extranjeros y, en consecuencia, a participar en la conformación de una sociedad más justa, solidaria e inclusiva en la que todos los seres humanos tengan cabida y puedan llevar una vida digna.

(*) Antonio Piñero ha sido profesor de Filología Bíblica en la Universidad Complutense de Madrid, donde ha realizado una inmensa función magisterial, al servicio del texto bíblico y de su contexto cultural. Ha editado, solo o en colaboración, algunos de los textos más significativos del entorno bíblico (Apócrifos del AT, Apócrifos del NT, Biblioteca de Nag Hammadi, Evangelios canónicos y apócrifos...). Ver su web https://www.antoniopinero.com/inicio.html  

**Ficha bibliográfica: “Sal de tu tierra”. Estudios sobre el extranjero en el Antiguo Testamento. Editorial Verbo Divino (Estella; Navarra; España); junio 2020; ISBN 978-84-9073-585-5; 16x24; 237 pp. Número 76 de los libros publicados bajo los auspicios de “Asociación bíblica española”.