viernes, 18 de diciembre de 2020

- Navidad, el anuncio a los pastores

Quienes amamos al Pueblo de Israel, tener que ir a tierras árabe/palestinas, hoy gobernadas por quienes no aman a Israel, e incluso muchos quisieran destruirlo,.. nos supone una verdadera dificultad. Por ello incluyo en este punto el texto recibido de un amigo israelita: "Belén de Judea es importante para el cristianismo porque así lo es para el judaísmo. Belén de Judea fue la ciudad de nacimiento de un judío también muy famoso y que sí llegó a ser Rey: David.
Belén de Judea es tan judía como lo son Jerusalén o Hebrón.   Que Belén sea hoy una ciudad palestina es porque Israel aceptó los Acuerdos de Oslo para salvar vidas y no porque exista algún vínculo histórico-religioso palestino. Y mucho menos podemos aceptar las afirmaciones de la propaganda palestina cuando escriben y repiten: "Jesús era un palestino".

 La aldea de Beit-Sahur, que se alza en medio de los campos de Booz citados en el libro de Ruth (Rut 3,5), se ha identificado tradicionalmente con el Campo de los pastores, es decir, el lugar donde los ángeles anunciaron el nacimiento de Jesús a los pastores.

La moderna ciudad de Beit-Sahur se encuentra al sureste de Belén, a 600 m sobre el nivel del mar, y tiene unos 14.000 habitantes.  Hoy, Belén y Beit-Sahur se tocan, de forma que una parece continuación de la otra.  El casco urbano se ha extendido hasta ocupar los prados que rodeaban la vieja localidad.

Dios envió unos ángeles para que les dieran la gran noticia, la noticia más importante que ha habido y que habrá: “Había en la misma comarca unos pastores… Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: – No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.  Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace” (Lucas 2, 8-14).

Sorprendidos y muy alegres, los pastores reunieron sus rebaños, recogieron sus ropas ysus provisiones, apagaron el fuego que habían encendido para calentarse, y, sin pensarlo mucho, salieron juntos a buscar lo que el ángel les había dicho. Nunca antes habían escuchado nada igual, y su corazón saltaba lleno de felicidad, una felicidad que nunca habían sentido.

No tardaron mucho en encontrar lo que buscaban. El lugar no estaba lejos de donde habían acampado: era una gruta que en las noches de lluvia y de nieve, les servía de refugio a ellos y a sus rebaños. María y a José estaban en silencio, contemplando a Jesús que dormía plácidamente, acostado entre pajas; un buey y una burra le daban calor con su aliento.

Entraron con cuidado para no despertar al niño, y contaron a sus padres lo que el Ángel de Dios les había comunicado; María y José los escuchaban en silencio; en su corazón sonaban campanas de gozo, que se reflejaban en sus ojos claros y limpios. 

Y el Evangelio termina: “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho” (Lucas 2, 20). “María – y sin duda también José –, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lucas 2, 19).

Como parte del ciclo de la Natividad, se sitúa inmediatamente después del nacimiento de Jesús.Tras recibir el mensaje angélico de que el Mesías ha nacido, los pastores acuden a su lugar del nacimiento, típicamente descrito como un pesebre, cobertizo o portal de Belén. Se basa en el relato del Evangelio de Lucas

“Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. (Lucas, 2:15-20).

Las primeras personas que supieron que en Belén había nacido Jesús, fueron unos pastores que se encontraban en el campo, cuidando sus rebaños de ovejas y de cabras.

Belén se llamaba antes Efrata, la fértil, y Bethlehem, casa de pan, por sus cereales. La pequeña ciudad es un oasis en aquella región desértica.

Estos pastores no eran de Belén, sino trashumantes, ya que los ganados de las gentes de los pueblos los volvían a la noche a sus establos 13 , mientras que los de los trashumantes suelen estar allí hasta las primeras lluvias, que pueden venir de mediados de noviembre a mediados de enero. La temperatura puede ser suave. El 26 de diciembre de 1912 había, a la sombra, 26°.

Los pastores no gozaban de buena fama, pues se los tenía por "ladrones" . Un fariseo temería comprarles lana o leche por temor a que proviniesen del robo. Pero, si éste era el concepto, real o ficticio, debía de haber también entre ellos almas sencillas, como las de estos pastores.

Inesperadamente, se les apareció "un ángel del Señor." 

Al mismo tiempo, el evangelista dice que "la gloria del Señor" los rodeó iluminándolos". Es una teofanía. Alude a la presencia de Dios en el tabernáculo, sensibilizada en forma de una nube (Ex 16,10-20; Núm 14,10) o de fuego (Ex 24,17). Por eso aparece aquí, en la noche, luminosa (Mt 17,5). Al rodearlos de su luz, es por lo que "temieron grandemente." Era el temor ante la presencia de Dios, que así acreditaba al ángel y su anuncio: el hallarse encarnado en Belén.

El anuncio del ángel es el Evangelio: la Buena Nueva. Es la palabra que se usa por los traductores de la Biblia al griego, la Buena Nueva mesiánica. Les anuncia a ellos esta nueva, pero "es para todo el pueblo." El "pueblo" que aquí se considera es directamente Israel. Es el vocabulario del Antiguo Testamento, y el pueblo a quien se había prometido que en él nacería el Mesías.

"Hoy os ha nacido en la ciudad de David," Belén, donde según Miqueas (5,2), había de nacer el Mesías, un niño, que lo va a describir con los siguientes rasgos; es: "Un Salvador". Aunque va sin artículo, está referido a Cristo. Es el Salvador, pues, por antonomasia. Es la traducción conceptual griega de Jesús: "Yahvé salva." Este título sólo es usado por Lucas para aplicarlo a Cristo.

 

Salvador/salvación es uno de los temas principales de Lucas. Pero ya dentro del judaísmo, en la literatura mesiánica, es título que se reserva a Dios. En los Hechos de los Apóstoles tiene también sentido divino (3:15). San Pablo también lo usa en este sentido (Ef 5,23; Flp 3,20), como se ve en los contextos. Después que Lucas relata la anunciación, en la que dice que el Mesías se llamará Jesús — Salvador — y expresando en aquel pasaje su divinidad (v.35b; cf. v.17), esta expresión está evocando también la divinidad.

Y para precisar bien quién sea, se lo identifica: Es el "Cristo", es decir, el "Ungido," el Mesías. Y este Cristo es "el Señor". En la época helenística se ponía este nombre delante de los emperadores divinizados. San Pablo lo usa frecuentemente como expresión de la divinidad de Cristo. Era la palabra con que en el A.T. se traducía el nombre de Yahvé. Su aplicación ahora a Cristo por el procedimiento de "traslación" hace ver su divinidad. San Pablo, en Filipenses, después de decir que Cristo es Dios, lo proclama, en síntesis (2,11). Es la expresión con la que la primitiva comunidad cristiana profesaba la divinidad de Cristo. San Pedro, después de decir de El que está sentado en los cielos a "la diestra de Dios," dice que Dios lo hizo "Señor y Cristo" (Act 2,34-36).

Los pastores comprendieron que el Mesías había llegado. "Los pobres son evangelizados." Y se les dio una "señal" para encontrarlo. Era necesidad, pero era garantía. Es la descripción que antes hizo: un niño fajado y reclinado en un pesebre. El "signo " es frecuentemente usado en la Biblia. El "signo" no es para que encuentren al Niño, sino para garantía de la comunicación sobrenatural (Ex 3,12). Posiblemente hubo otras indicaciones para señalarles el lugar donde se hallaba. Pero ya esto era suficiente. El Mesías no había nacido en un palacio, ni con el esplendor humano y pompa esperados. Y el hecho de estar reclinado en un "pesebre" les indicaba que no había que buscarlo entre gentes de Belén, ya que allí habría nacido en su casa. Acaso supieron de esta familia llegada hacía poco, y ella con los signos de la maternidad, a la que acaso habían visto y sabían que se guardaban en una gruta; allí podían encaminarse.

Terminado el anuncio del ángel, se juntó con él, allí en el campo de los pastores, "una multitud del ejército celestial," es decir, de ángeles. Ya en el libro de Daniel (7,10) se habla de una multitud casi infinita de ellos, lo mismo que aparecen en la Escritura "alabando a Dios" (Sal 148,2; Job 38,7). Todo este coro entona allí una alabanza a Dios, diciendo: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad." El sentido del cántico es la glorificación que tiene Dios, que se lo supone viviendo en el cielo, al comenzar la obra redentora, con el Mesías en la tierra, y por lo cual se sigue la "paz," que para el judío es la suma de todos los bienes, y aquí es la suma de todos los bienes mesiánicos, que se van a dispensar a los hombres de "buena voluntad." para aquellos que van a tomar partido por Cristo cuando aparezca en su vida pública, como "señal de contradicción."

Capilla del Campo de los pastores en Bet Sahur, cerca de Belén

Los pastores fueron con presteza. A media hora de camino estaba Belén. El "signo" se cumple al encontrar lo que los ángeles les anunciaron. Los pastores, aquellos días fuertemente impresionados, lo divulgaron, y la gente se "maravilló."

                                      Capilla del Campo de los pastores en Bet Sahur, cerca de Belén

Lucas destaca la firmeza de "todas estas cosas" en el corazón de María, meditándolas,  "confrontándolas," "comparándolas," Era María que observaba, admirada, el modo como Dios iba preparando y realizando la obra de su Hijo, el Mesías.

Al nacimiento de Jesús fueron invitados unos pastores, gente sencilla y buena. No fueron invitados los cortesanos de Herodes, ni los fariseos, ni los miembros del Sanedrín. No fueron los grandes de este mundo, sino los pastores. Por humildes y sencillos, por ser dóciles al mensaje Divino.
En la actualidad, existen dos lugares identificados como tal: el latino, al norte del centro histórico, y el griego, al sureste.  Ambos lugares, a 500 metros uno de otro, surgen sobre los restos de complejos monásticos bizantinos, que a su vez integraban asentamientos anteriores. Ya San Jerónimo (que murió en Belén hacia el 419)  daba indicaciones sobre el lugar en el que habrían velado los pastores llamándolo Migdal Eder, torre del rebaño. 

La narración de Jerónimo permite deducir que en el siglo IV, en los Campos de los pastores, se veneraba el lugar del anuncio traído por los ángeles. Más arriba de la actual capilla también se han encontrado los restos de una torre, identificable con la Migdal Eder.

En esa zona se encuentran las cuevas, huecos en la piedra caliza, que fueron utilizadas como viviendas en el período romano-herodiano.

Probablemente fue un pequeño pueblo agrícola, porque se han encontrado también restos de antiguos molinos y otras huellas de la vida desde el mismo período. Las excavaciones practicadas parcialmente en 1859 por C. Guarmani, y reanudadas metódicamente en los años 1951-2 por el padre franciscano. V. Corbo, de la Custodia de Tierra Santa, dieron a la luz una gran instalación agrícola monástica, con numerosas prensas, piletas, silo y grutas. El lugar, habitado ya en la época herodiana, tuvo gran desarrollo en los siglos V-VII. Una primera iglesia del s. V. fue ampliada notablemente en el s. VI, y en el ábside se usaron piedras que provenían de la construcción de la Basílica del Nacimiento. 

Los altares y algunas inscripciones de mosaicos, confirman el carácter sagrado del lugar. Cerca de las ruinas del monasterio se construyó en 1953 el santuario del Gloria in excelsis Deo, con planos del arquitecto A. Barluzzi. En la parte exterior del muro, en forma de decágono, de piedra gris-rosada, hay cinco muros apoyados, en un plano inclinado que dan la apariencia de una tienda de nómadas. Internamente 10 pilastras sostienen una bóveda, con ventanas redondas, y encima de ella la cúpula. Las palabras del Angel a los pastores, están reproducidas en mosaico de oro, alrededor de la bóveda de la cúpula. Los franciscanos han limpiado y convertido esas grutas en capillitas muy características.

Hoy siguen siendo invitados los humildes, los que aceptan a Dios y sus mandamientos, los sencillos, los pobres de espíritu. Jesús es el patrón de los desamparados, de los sin techo, de los emigrantes, de todos los miserables, enfermos, hambrientos…

Para el Creador del mundo un establo de animales. No había lugar para Él en ninguna casa de Belén. Para enseñarnos que las cosas materiales no son la felicidad del hombre sino las celestiales. ¡Qué contraste tan brutal con ese afán nuestro de poseer más y más cosas! Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. “He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir”




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