La esperanza
de vida corta era uno de los factores motivadores que había detrás de
esta temprana edad, ya que la expectativa de vida promedio para la mayoría de
las personas en el mundo antiguo era entre 30 y 40 años. Además, la edad más
temprana con la que una mujer puede concebir y tener un hijo es generalmente
entre los 12 y los 14 años. Cuando se ve en este contexto, la Anunciación es un
evento aún más notable: una joven adolescente dijo “Sí” a tener al Mesías en su
vientre. Era solo un poco mayor que una niña y a ella se le encomendó la tarea
de criar a Jesús, el Hijo de Dios. Es algo impresionante, una realidad que
puede crear un mayor amor y admiración a la Virgen María.
A modo de
“diario” o reflexión de María en su embarazo de Jesús…
Pero entre todos los de la historia, los nueve meses que tuve a
mi Niño en mi seno fueron singulares.
Porque
todas las demás mamás saben o imaginan, de un modo u otro, cómo será su niño.
Si parecido al papá o a ellas, si a la familia paterna o materna.
Pero mi
Niño… fue concebido de manera especial. Mi Niño se formó en mi seno porque
el Poder del Altísimo me cubrió con su sombra.
Esos
meses fueron maravillosos y tremendos al mismo tiempo.
Maravillosos, porque sentía la Vida palpitar en mi interior.
Porque sentía que, en realidad, no sólo yo y José esperábamos: era toda la humanidad, más aún, todo el cosmos, los que estaban esperando su nacimiento.Y sentía
a cada paso a mi lado el anhelo de Abraham que deseaba ver cumplida la promesa,
y la mirada de Moisés, que había hablado cara a cara con Dios…
Y sentía
muy cerca a David, anhelando ver realizada la esperanza de un reinado eterno de
un descendiente suyo… e imaginaba y casi podía escuchar a Isaías, hablando de
él, y diciéndome al oído: “…será llamado Príncipe de la paz… el Espíritu del
Señor reposará sobre Él… será el Emmanuel”
Pero a la
vez fue tremendo. Tremendo porque alrededor todo parecía igual. Porque el mundo
y los hombres seguían en sus cosas, encarcelados en el estrecho límite de sus
ocupaciones cotidianas, intentando llenar su anhelo de infinito con
migajas…
Y seguían ofendiendo a Dios, a ese Dios que había elegido el camino menos
esperado para redimirlos.
Desde
Niña había aprendido a rezar con las oraciones de mi pueblo, a veces con los
ojos puestos en el Cielo, otras veces con ellos cerrados.
En esos
meses, para rezar, miraba hacia adentro… y tocaba, ¡sí!, tocaba al Santo de
Israel, y lo acariciaba presente en mi interior. Y le decía muchas veces a mi
Niño: “…mi alma tiene sed de contemplar tu Rostro…”
Así
transcurrieron los días, las semanas y los meses. Afuera pasaban cosas, se sucedían
los problemas… José sufrió pero fue fiel, y aceptó… En Roma, el emperador tuvo
la idea de convocar el censo; en mi patria, muchos se rebelaron. Nosotros,
simplemente, obedecimos, porque sabíamos que algo tenía Dios preparado.
Pero para
mí, la verdadera Realidad estaba en mi interior, estaba por Nacer.
Intuía
que con su Nacimiento, Dios comenzaría a cumplir su promesa: “aparecerán Cielos
nuevos y tierra nueva». En ellos comencé a vivir desde entonces.
El Niño
en mi seno es el mayor milagro y misterio de la historia. Por eso, mi alma
canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi
salvador… Alégrense ustedes los que han sido llamados a salir a su
encuentro.”
Oración de una futura madre
embarazada:
Señor mío por medio de la
fecundidad me concedes la gracia de colaborar contigo en el misterio
sagrado de esta nueva vida sagrada que se crea en mi seno. Aquí estoy para
agradecerte y para implorar. Un día quisiste que Tu Hijo, Jesús, se
hiciera hombre en la carne y en la sangre de María,
Virgen Purísima. Por este acontecimiento santo,
yo te ruego: Protégeme en este embarazo,
para que mi hijo nazca perfecto y sano, que sea también tu hijo por las
aguas del bautismo y crezca bendito y feliz. ¡Yo lo consagro desde ahora a
Ti a la lVirgen María! Yo acepto generosamente las incomodidades
y sufrimientos de esta espera y del momento en que mi hijo venga a la
luz.
Te pido apenas que me
conformes y que me des fuerzas para que yo tenga vida y salud para cuidar a esta
criatura en todo lo que ella vaya a necesitar de mí.
Santa Madre de Dios, alcanza de Jesús, tu hijo.
Lo que pido ahora por la vida que traigo en mi seno. Amén.
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