lunes, 22 de febrero de 2021

- Madrugada del Jueves al Viernes Santo

 Jesús está encarcelado en las mazmorras del Palacio de Caifás, fuera en el patio, Pedro niega conocer a Jesús y entonces cantó el gallo. Iglesia del "Galli Cantu" (cantó el gallo)














Marcos 14,66-72 "Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote; y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el nazareno. Mas él negó, diciendo: No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y cantó el gallo. Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos. Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis. Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba."

Seguramente el propósito de Pedro era observar el proceso sin que lo reconocieran, pero una criada se dio cuenta de que él era uno de los discípulos de Jesús y después de acusarle directamente, lo siguió por el patio del sumo sacerdote diciéndoselo también a todos los demás.
De repente, aquella mujer había puesto al apóstol en graves problemas. Las acusaciones le llovían por todos los lados. ¡Aquello era suficiente como para poner nervioso a cualquiera! Pedro se había acercado junto al fuego para calentarse, pero de pronto se dio cuenta de que se estaba quemando.
¿Cómo salir de esa situación en la que nunca debería haberse metido? Parece que en ese momento el terror se apoderó de él, y al verse encerrado cedió cobardemente ante las preguntas de aquella criada curiosa. Ahora vemos al valiente y arrojado Pedro, el del corazón amante y la voluntad presta, negando a su Maestro con juramentos, diciendo que no conocía a Jesús, e invocando todo tipo de maldiciones sobre sí mismo si no decía la verdad.
¿Dónde había quedado aquella fidelidad hasta la muerte que había prometido a Jesús y de la que alardeaba delante del resto de los apóstoles? En un momento se desmoronó y negó al Señor, sin que para ello fuera necesario un interrogatorio bajo las más crueles torturas, sino tan solo las preguntas de una criada.
Todo esto llevó a Pedro a descubrir que era mucho más débil de lo que se había imaginado. Y como decíamos, este triste incidente ha quedado recogido en las Escrituras para nuestra propia edificación. Porque nosotros también estamos inclinados a pensar que somos más fuertes de lo que realmente somos. No lo olvidemos; la naturaleza caída del hombre es así de débil aun en el mejor de los hombres, y nadie debe considerarse lo bastante fuerte como para pensar que está libre del peligro de caer (1 Co 10:12).




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