miércoles, 23 de octubre de 2019

- Adán y Eva un equipo en conjunto

EL HOMBRE Y LA MUJER ¿POR QUÉ DIOS CREÓ A DOS SERES DISTINTOS?
La Biblia es una fuente sabiduría milenaria. Durante siglos ha planteado las preguntas más profundas para el desarrollo y el crecimiento humano. Las relaciones interpersonales de pareja, el vínculo emocional y espiritual que hay entre mujer y hombre es una de ellas. En el Génesis se nos habla sobre la creación del hombre, la creación de la mujer y las diferencias entre ambos. El siguiente artículo nos explica la perspectiva de Rashi (*), el comentarista de la Torá más importante de la Edad Media, sobre este tema.
En Génesis capítulo 1 se narra la historia de Adán siendo creado por Dios. La historia cuenta cómo Dios tras haber formado a Adán remarca “No es bueno que el hombre esté sólo; haré para él una ayuda adecuada…” (Génesis 2:18). Esa ayuda es Eva.
Esta escena evoca un sinnúmero de preguntas, por ejemplo: ¿Cuáles son las implicaciones de esta historia para las relaciones futuras que existirían entre hombres y mujeres?, ¿puede esta historia enseñarnos a relacionarnos con nuestra pareja?
Para empezar, una vez que Dios declara que el hombre no debe estar solo empieza a enseñarle a Adán todas las criaturas que han sido creadas en parejas y le pide que les de nombre: “Y Dios formó de la tierra toda bestia del campo y todo pájaro del cielo, y los llevó al hombre para ver como llamaría a cada uno… Y el hombre asigno nombres a todo el ganado y los pájaros del cielo y cada bestia del campo…” (Génesis 2:19-20)
La razón por la cual Adán no tiene pareja a diferencia del resto de los animales es porque es intrínsecamente incompatible con ellos, por la forma tan singular en que ha sido creado. Específicamente, Dios hizo a Adán a “Su imagen y semejanza” (Génesis 1:27), usó Sus propias “manos” y Su propio “aliento”. En comparación, creó todas las demás cosas de forma radicalmente distinta, llevándolos a la vida con medios indirectos, a través del mar y la tierra. Por ejemplo, en Génesis 1:24 Dios dice “… que la tierra traiga toda alma viviente, cada una de acuerdo a su especie: animal, cosa rastrera y bestia de la tierra cada una de acuerdo a su especie.”
Así es que único entre toda la gama de seres vivos, Adán, solo, refleja la imagen divina y esto lo diferencia de todos los otros seres de la Creación. Su alma divina hace a Adán una entidad espiritual, aunque esté contenido en un cuerpo físico. Al ser la imagen de Dios en la tierra, Adán personifica el propósito mismo de la Creación; transformar el mundo físico en un lugar que la Presencia Divina pueda habitar. Para cumplir esa misión Adán debe mantener una relación con Dios y promover Su autoridad entre las criaturas de la tierra y la humanidad. Sin embargo, la relación entre Creador y criatura no es automática, sino que es la responsabilidad de Adán iniciarla desde su propia voluntad y libre albedrío.
Como el ayudante de Dios en la tierra, Adán es nombrado soberano “… sobre los peces del mar, los pájaros del cielo, y sobre los animales, sobre toda la tierra y todos los seres que se arrastran en ella.” (Génesis 1:26). Una parte de su misión es el riesgo que corre de hacerse arrogante y creerse él mismo un dios. Rashi comenta que siendo completamente autónomo en el jardín del Edén, Adán puede llegar a creerse rey. De acuerdo con Rashi, Dios dice de esto “que no es bueno” que el hombre esté solo. Porque como único habitante del Paraíso físico, Adán puede formarse la idea de que es dueño de su gobierno en la misma forma que Dios es dueño del Cielo.
Rashi agrega: “¿por qué no es bueno que el hombre esté sólo?” “… para que no se piense que hay dos autoridades: El Creador, es único en altos reinos, no tiene igual ni pareja; y este otro, el hombre, es único en los reinos inferiores y tampoco tiene pareja.”
El enunciado de Rashi deja en claro que Adán necesita una pareja para recordarle el hecho de que no es un dios, y que le evite considerarse a sí mismo tan completo como su Creador. Dios crea a Eva con este propósito. De tal manera, que Adán y Eva están conectados desde el inicio, la primera mujer tiene mucho en común con el primer hombre, tanto así que la relación entre ambos puede ser un gran placer. Sin embargo, Eva se distingue desde varios ángulos – desde lo físico, lo emocional y lo espiritual. Le ofrece a Adán cosas que él jamás tendría sin ella, y él hace lo mismo para con su pareja. Como un equipo, tanto Adán como Eva necesitan lo que el otro ofrece. Nada es completo estando solo. Esta interdependencia previene a ambos de cualquier noción de perfección y provoca que Adán y Eva se esfuercen por conocerse y conectarse y junto traer la Presencia Divina a la tierra, la perfección última y real, sólo pueden hacerlo en conjunto.
El proceso a través del cual esto sucede no está libre de retos y fracasos, como es obvio en el suceso de la fruta prohibida. En principio, sin embargo, Dios diseña el equipo formado entre hombre y mujer con un gran potencial para el éxito. Su relación se sostiene en la división del trabajo y el compromiso conjunto hacia una meta particular.

(*) ​​Rashi está considerado como el más excelso comentarista de la Biblia y del Talmud, y como uno de los más grandes eruditos y legisladores en materia de Halajá (Ley judía)​ así como un experto en lengua hebrea. murió en 1105 en Troyes, Francia

viernes, 9 de agosto de 2019

- La historia es un asunto de moral: Tisha B’Av

Después de Yom Kipur, Tisha B’Av es el ayuno más importante para la tradición judía; dura 25 horas y conmemora una serie de tragedias que han ocurrido a lo largo del tiempo desde las épocas del desierto hasta nuestros días; primordialmente se tiene en mente la destrucción del Primer y Segundo templo. En este día se hace luto y corrección, la gente intenta enmendar sus faltas y mejorar su carácter; es un momento de larga reflexión. 
Tisha B’Av: LA INTERPRETACIÓN MORAL DE LA HISTORIA
La Biblia está tan arraigada a la cultura occidental que todo su discurso sobre la destrucción del Templo de Jerusalén y del reino de Judea es bien conocido, y, además, entendido como algo bastante lógico. Sin embargo, se trata de un concepto revolucionario en su tiempo y que, a la larga, transformó la conciencia misma de la civilización.
La idea bíblica es sencilla: Dios hizo un pacto con el pueblo de Israel, pero la infidelidad y la desobediencia de los israelitas provocaron que Jerusalén —la ciudad santa— y el Templo —la residencia divina— fueran destruidos por los babilonios. Se trata de un mensaje explícito que encontramos en los libros de los profetas pre-exílicos, como Isaías o Jeremías.
Además, se puede decir sin temor a exagerar que dicho concepto es central en el texto bíblico. Debido a todo el tiempo que ha transcurrido desde que se le dio forma definitiva (redaccional y estructural) a la Biblia, frecuentemente no nos percatamos que todo —desde Génesis hasta II Crónicas, según el orden hebreo original— gira en torno a la destrucción de Jerusalén y el Templo, el exilio y la orden de Ciro para restaurar Judea.
¿Por qué estos eventos tienen tanta importancia? Porque la restauración del texto bíblico comenzó, justamente, al poco tiempo de que concluyó el exilio babilónico.
¿A qué me refiero con restauración? Es simple: las escrituras sagradas del antiguo Israel fueron compiladas, como todos los corpus escriturales de su época, en tabletas de arcilla. El recinto en donde todo este compendio político y religioso estaba resguardado no debió ser muy diferente —aunque sí más pequeño— que la biblioteca del rey Asurbanipal en Nínive (Asiria). Cuando los babilonios invadieron el país en el año 587 aC, seguramente procedieron a destruir la mayor cantidad posible de documentos. El archivo oficial israelita debió mantenerse hecho una ruina durante por lo menos medio siglo, y solo hasta que vino la siguiente generación, la que regresó del exilio, todo ese material empezó a ser restaurado.
Preservando un eco tenue pero nítido de esa memoria histórica, el Talmud afirma que la Torá (Ley) de Moisés se había perdido, pero que Esdras la devolvió a Israel. El trasfondo es el ya señalado: el patrimonio escritural israelita fue gravemente afectado por los babilonios, y la generación de escribas liderados por Esdras se encargó de la restauración.
Eso le da lógica a los temas esenciales del texto bíblico, porque dicha restauración de escrituras no fue un mero ejercicio de arqueología documental. El nuevo texto bíblico producido tenía el fundamento de la parte más compleja del proceso de restauración: la espiritual.
Y es que había un severo problema en ese momento que podía socavar los fundamentos de la religión israelita. El paradigma antiguo respecto a las invasiones militares era sencillo: si otro pueblo te invadía con éxito y destruía tus ciudades, tus templos y tus escrituras, seguramente era porque sus dioses eran más poderosos.
Eso, en principio, ya ponía a los israelitas en un dilema: ¿qué sentido tenía regresar y restaurar el culto a un Dios que no los había protegido de los babilonios?. A eso había que agregar otro detalle: los persas —vencedores de los babilonios y, por lo tanto, adoradores de dioses más poderosos— tenían una religiosidad muy similar a la israelita, ya que adoraban a un solo dios: Ahura Mazda (también llamado Zoroastro).
¿Acaso las victorias y derrotas de unos y otros no podrían ser una prueba de que el culto correcto al Único y Verdadero no era el de los persas? Tal vez el error de fondo había sido adorar incorrectamente al que es Uno, y ahora Israel tenía la oportunidad de adorarlo correctamente por medio de la religión mazdeísta.
Esa fue la razón por la cual el trabajo de los escribas dirigidos por Esdras era tan importante. No sólo había que recuperar la historia y las escrituras de Israel, sino que además tenían que ofrecerle al pueblo judío una buena razón para no considerar al mazdeísmo como la opción más lógica a seguir.
Por ello fue tan importante la recuperación e integración de la sección conocida como Neviim, o Profetas. Allí estaba la clave para la sobrevivencia de la espiritualidad israelita.
Los profetas preservados en la Biblia se caracterizaron por darle un enfoque completamente revolucionario a su predicación. Fueron los ominosos agoreros del desastre. No se tentaron el corazón —incluso a costa de arriesgar sus vidas— para advertir que la destrucción era inminente. Primero Amós y Oseas anunciaron la caída del Reino de Samaria, y luego Isaías, Miqueas, Sofonias, Jeremías, Nahum y Habacuc hicieron lo propio con la del Reino de Judea.
Su mensaje fue rechazado por la mayoría de la población bajo la dogmática lógica de que ellos, Israel, eran el pueblo elegido por el Dios único. ¿Cómo era posible que los babilonios fueran a destruir Jerusalén y el Templo?
Pero sucedió. La catástrofe vino, y seguro que mucha gente se cuestionó si realmente habían sido ciertas todas esas historias de un Dios eligiendo a un pueblo.
Por eso la recuperación del mensaje de los profetas fue crucial. Ellos habían advertido que el pacto entre Dios e Israel tenía como eje central un componente moral. No se trataba de una simple filiación étnica (Israel – Dios de Israel). Se trataba de un compromiso de vivir conforme a una calidad de vida elevada, marcada por la obediencia a la Torá (Ley).
Israel había fallado con eso. Luego entonces, no era posible que se esperara la protección divina ante el embate de los babilonios.
Seis siglos y medio después, cuando fue destruido el Segundo Templo —esta vez a manos de los romanos—, los sabios talmudistas recuperaron esa misma reflexión: las divisiones internas del pueblo de Israel habían sido castigadas con la nueva destrucción de Jerusalén y su Templo.
Con eso se confirma que la religión judía desarrolló un sesgo muy particular: si el universo funciona a partir de leyes de causa y efecto, el elemento que le da sentido y lógica a las causas y sus efectos es la moral. El universo es una entidad moral. La historia es un asunto de moral. Los éxitos y las desgracias de los individuos y de los pueblos tienen implicaciones morales, tanto en sus antecedentes como en sus consecuentes.
Podría decirse que esto es una interpretación filosófica demasiado abstracta y nada rigurosa si nos atenemos al análisis estrictamente histórico. Y tiene lógica. Por ejemplo, ante la frecuente pregunta de por qué Dios permitió la destrucción de Jerusalén y el Templo, la respuesta histórica es bastante más sencilla que la construcción teológica de la Biblia. Jerusalén y el Templo fueron destruidos porque los israelitas del año 587 aC y sus descendientes los judíos del año 70 dC se enfrentaron a las maquinarias militares más poderosas de su tiempo.
Con moral o sin moral, el pueblo de Israel no tenía opción de ganarle a los babilonios o a los romanos.
Pero ese rigor y precisión del análisis histórico no nos contesta algo todavía más interesante: ¿Cómo fue posible que el pueblo judío pudiera resurgir de sus cenizas después de esos dos eventos devastadores? En la antigüedad, por eventos como esos era que las naciones desaparecían de la faz de la tierra, especialmente si eran pequeñas como Israel.
Y la respuesta es la que venimos explicando: porque se aprendió a darle a la historia una interpretación moral. Si la desgracia había sido consecuencia de nuestro modo incorrecto de vivir, la restauración sería consecuencia de nuestro modo corregido de vivir.
Lo sorprendente es que no solo se logró el primer milagro, el de la sobrevivencia. Se logró también un segundo milagro, que en su momento se antojaban imposible: la restauración. Y todavía después se logró un tercer milagro, todavía más difícil: la derrota de los enemigos. En 1967, la situación no era muy diferente al año 587 aC; el Presidente de Egipto Nasser, apoyado por la Unión Soviética y al frente de todos los países árabes, presumió que iban a destruir a Israel y que los judíos serían lanzados al mar. Los aliados occidentales de Israel enmudecieron. Expresaban sus condolencias y se apenaban por la situación, pero ninguna optó por enviar tropas de ayuda o intervenir ante la ONU para evitar la inminente masacre.
Y entonces, en contra de la lógica del rigor histórico, el milagro ocurrió. En seis días Israel aplastó a sus enemigos ante los ojos estupefactos de todo el mundo.
Un nuevo intento se hizo en 1973 —la Guerra del Yom Kipur—, y el resultado fue el mismo. Después de eso, los árabes abandonaron definitivamente el objetivo de destruir a Israel por la vía militar.
Porque —diría cualquier sabio judío— el universo es una entidad moral. Quien entiende esta moral —Halajá, en hebreo: ‘el modo correcto de andar’—, puede cambiar el curso de la historia.
Esa es la importancia fundamental de la memoria de Tishá b’Av: recordar que por nuestros pecados fuimos condenados a dos exilios, pero recordar que por nuestro arrepentimiento (Teshuvá, en hebreo) fuimos restaurados.
Y, sobre todo, nunca olvidar que las leyes de causa y efecto que rigen al universo funcionan por medio de la moral.
Esto significa algo muy sencillo: las cosas buenas se deben hacer simplemente porque son buenas; las cosas malas se deben evitar simplemente porque son malas.
No porque alguien nos vigile, no porque haya leyes que establezcan castigos para los infractores, no porque alguien nos amenace con la condenación eterna si fallamos. Simplemente, lo bueno se hace porque es bueno; lo malo se evita porque es malo.
Así es como se restauran naciones y se vence a los enemigos.
Al milenario pueblo de Israel le consta. Tómenlo en cuenta.
Reproducción autorizada: ©EnlaceJudío


martes, 30 de julio de 2019

- La Roca del Templo de Jerusalén

La “Foundation Stone” o la Piedra fundamental del Templo judío se encuentra en el interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca en el Monte del Templo en Jerusalén. También es conocida como la ‘Piedra Perforada’ porque tiene un pequeño agujero en la esquina sureste que ingresa a una caverna debajo de la roca.
La Importancia espiritual de este lugar para el judaísmo es muy grande: Situada dentro del Lugar Santísimo del Templo, esta fue la roca sobre la cual se colocó el Arca de la Alianza en el Templo de Salomón. Durante el período del Segundo Templo (construido por Herodes el Grande) cuando el Arca de la Alianza ya no estaba presente, el sumo sacerdote usó la piedra que ofreció el incienso y roció la sangre de los sacrificios durante el servicio de Yom Kippur (el dia del Perdón). Este es el sitio más sagrado del judaísmo. Los judíos de todo el mundo rezan hacia la Piedra Fundamental. 
En los días en que se recitan Selichot, en los días previos a Rosh Hashaná hasta Yom Kipur, las súplicas incluyen las siguientes referencias: Nos llevaste y nos colocaste en la altura de la Ciudad  Santa, nos acomodaste en el pico rocoso del Patriarca. Sobre ella yace la piedra de la que se cortó el fundamento.. Quien da oído de donde fluyen las aguas [es decir, la piedra fundamental "de la cual fluyen todas las aguas del mundo"]
Según el Talmud, fue cerca de aquí, en el sitio del altar, que Dios reunió la tierra que se formó en Adán. Fue en esta roca que Adán, y más tarde Caín, Abel y Noé, ofrecieron sacrificios a Dios. Fuentes judías identifican esta roca como el lugar del sacrificio de Isaac mencionado en la Biblia, donde Abraham cumplió la prueba de Dios para ver si estaría dispuesto a sacrificar a su hijo. 
La montaña se identifica como Moriah en Génesis 22. También se identifica como la roca sobre la cual Jacob soñaba con ángeles que subían y bajaban en una escalera y consecuentemente consagraban y ofrecían un sacrificio.
Según los sabios del Talmud fue a partir de esta roca que se creó el mundo, siendo en sí mismo la primera parte de la Tierra en existir. En palabras del Zohar: "El mundo no fue creado hasta que Dios tomó una piedra llamada Even haShetiya y la arrojó a las profundidades donde estaba fijada desde arriba hasta abajo, y desde allí el mundo se expandió. Es el punto central de la mundo y en este lugar se encontraba el Lugar Santísimo "
El midrash Tanhuma resume la centralidad y la santidad de este sitio en el judaísmo: “Como el ombligo se encuentra en el centro del cuerpo humano, así es la tierra de Israel el ombligo del mundo. situado en el centro del mundo, y Jerusalén en el centro de la tierra de Israel, y el santuario en el centro de Jerusalén, y el lugar sagrado en el centro del santuario, y el arca en el centro del lugar santo, y la Primera piedra porque de ella se fundó el mundo”.
La roca se encuentra hacia el centro de la gran explanada del Monte del Templo. La forma actual es el resultado de una expansión de Herodes el Grande sobre bóvedas y sobre una cumbre llamada el Monte Moriá, que hace tres milenios era la elevación más alta en la proximidad de la ciudad de David en Jerusalén.
Hay una diferencia de opinión en las fuentes judías clásicas sobre si esta era la ubicación del Lugar Santísimo del Templo o del Altar Exterior. Para algunos era el sitio del Lugar Santísimo, lo que lo convertiría en el sitio más sagrado del judaísmo.
La tradición judía considera que el Lugar Santísimo es la unión espiritual del Cielo y la Tierra, el eje del mundo, y es, por lo tanto, la dirección a la que se dirigen los judíos cuando rezan la Amida. La otra opinión, dice: era el sitio del Altar Exterior, y explicaría los agujeros en la piedra que sirvieron para varios propósitos de sacrificio en el Altar Exterior.
La “Foundation Stone” y su cueva entraron plenamente en la tradición cristiana después de que los cruzados recapturaron Jerusalén en 1099. Los cruzados convirtieron la Cúpula de la Roca en una iglesia, llamándola Templum Domini (en latín, "Templo del Señor"). Hicieron muchos cambios físicos radicales en el sitio en este momento, incluyendo cortar gran parte de la roca para hacer escaleras y pavimentar la Piedra con losas de mármol. 
Ciertamente ampliaron la entrada principal de la cueva y probablemente también son responsables de crear el pozo que asciende desde el centro de la cámara. 
El agujero redondo en la parte superior izquierda penetra a una pequeña cueva, conocida como el "Pozo de las Almas", debajo. La estructura en forma de jaula justo más allá del agujero cubre la entrada de la escalera a la cueva. El rabino del siglo XVI David ben Solomon ibn Abi Zimra atestiguó la existencia de una cueva encontrada bajo la Cúpula de la Roca y conocida como el "Pozo de las Almas"
La entrada a la cueva está en el ángulo sureste de la Piedra Fundamental, junto al sector sureste del santuario de la Cúpula de la Roca. Aquí, un conjunto de 16 nuevos escalones de mármol descienden a través de un pasaje cortado que se cree que data de los tiempos de los cruzados. En el camino hacia abajo, la masa de roca se proyectan hacia la escalera.
 A la izquierda (sur) cuando uno desciende hay un nicho de oración dedicado a David con un arco de trébol sostenido por columnas de mármol de cuerda retorcida en miniatura. A la derecha hay un nicho de oración menos profundo, pero decorado de forma decorativa, dedicado a Salomón.
La cámara de la cueva es aproximadamente cuadrada, de unos 6 metros de lado, y tiene un rango de ≈1.5 a 2.5 ms de altura. Al norte hay un pequeño santuario dedicado a Abraham y al noroeste otro dedicado a Elias. La cámara se suministra con iluminación eléctrica y ventiladores. Una depresión en el piso de la cueva provoca un eco, que puede indicar una cámara debajo de ella.
Cuando, de acuerdo con la Biblia, el rey David compró un lugar de trilla propiedad de Arauna el jebuseo se cree que fue sobre esta roca que ofreció el sacrificio mencionado en el versículo. La Bíblia lo indica en 2 Samuel 24-21 ss.“Y Gad vino a David aquel día, y le dijo: Sube, y levanta un altar a Yaweh en la era de Arauna jebuseo. Subió David, conforme al dicho de Gad, según había mandado el Señor; y Arauna miró, y vio al rey y a sus siervos que venían hacia él. Saliendo entonces Arauna, se inclinó delante del rey, rostro a tierra. Y Arauna dijo: ¿Por qué viene mi señor el rey a su siervo? Y David respondió: Para comprar de ti la era, a fin de edificar un altar a Yaweh, para que cese la mortandad del pueblo.Y Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le pareciere; he aquí bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos de los bueyes para leña.Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Yaweh tu Dios te sea propicio… Y edificó allí David un altar a Yaweh, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz y cesó la plaga en Israel.”. David quería construir un templo permanente allí, pero como sus manos estaban "ensangrentadas", se le prohibió hacerlo él mismo. La tarea fue dejada a su hijo Salomón, quien completó el Templo en el 950 aC.
La Mishná en el tratado Yoma menciona una piedra situada en el Santo de los Santos que se llamaba Shetiya y había sido revelado por los primeros profetas (es decir, David y Samuel).
Una fuente cristiana primitiva que señala el apego judío a la roca se puede encontrar en el Itinerario Burdigalense, escrito entre 333–334 dC cuando Jerusalén estaba bajo el dominio romano, que describe una "piedra perforada a la que los judíos acuden cada año y la ungen, se lamentan a sí mismos con gemidos, rasgar sus vestiduras, y así partir”.
Los cruzados llamaron a la cueva el "Lugar Santísimo" y la veneraron como el sitio del anuncio del nacimiento de Juan el Bautista (La investigación moderna indica que el Lugar Santísimo probablemente estaba encima de la Piedra Fundamental, no dentro de ella.)


lunes, 29 de julio de 2019

- La Presencia Divina, o la Shekinah


En Jerusalén, al llegar frente al “Muro”, que es parte del Templo de Jerusalén (o “el Kotel”, o el Muro Occidental del Templo, o también conocido como “El Muro de los lamentos”) unos posters en diferentes idiomas informan así: “La Shekinah (la Presencia Divina) nunca se alejó de este lugar….”.
Para quienes no están familiarizados con el significado de esta expresión “La Shekinah, La Presencia Divina”, pueden comprender su alto significado con este escrito:
*La Presencia Divina, o en hebreo: “La Shekinah”
En la Biblia podemos leer: “Yahweh está en su santo templo…” (Salmo. 11:4). La mayor gloria y tesoro del Templo que mandaron edificar David y su hijo Salomón en Jerusalén, era la Presencia Divina que moraba en el Lugar Santísimo del Templo.
Cuando Salomón dedicó el templo oró para que la presencia de Dios morara siempre en el lugar del templo, a pesar de que había dicho: “…He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado?” (2Cro. 6:18). Salomón también oró con estas palabras: “Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, tú oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres” (2 Cro. 6:24, 25).
La respuesta de Dios a la oración de Salomón fue: “Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. … Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre” (2 Cro. 7:12-16).
 En su libro de Cantares Salomón profetizó: “…Helo aquí, está tras nuestra pared…” (Cnt. 2:9). Estas profecías y tradiciones han hecho que los judíos a todo lo largo de su pasado y en el presente, reverencien de manera especial el último resto del muro del templo de Herodes, el muro occidental. El Midrahs (los escritos explicativos y exegéticos judíos de las Escrituras) dice: «He aquí, él está detrás de nuestro muro (detrás del muro occidental del santo templo); ¿por qué? debido al Santo, bendito sea, hagamos votos para que nunca sea destruido».
Los rabinos tienen una interesante tradición en el Talmud que sugiere que el Lugar Santo en el monte del templo está directamente opuesto al santo templo en el reino celestial. De acuerdo con las leyendas, cualquiera que mira este Lugar Santo queda rodeado de inmediato de una aura de pureza y santidad. En un sentido, según estas tradiciones antiguas el Lugar Santo es un punto de contacto espiritual que capacitaba a los judíos para sentir al Rey Soberano de los cielos en toda su gloria.
Por lo tanto es una bendición increíble disfrutar de la presencia del Señor. Este fue el propósito principal del Templo: la casa de la gloria: “Shekinah de YHWH” entre los hombres.
La Shekinah, es una figura básica de la exégesis judía que designa a la Presencia divina que habita entre los hombres, de aquí el nombre de Shekinah: la que habita’ o ‘la que reside’. Representa el don que Dios dio al género humano después de la destrucción del primer Templo: su Presencia, que a partir de entonces residió con el pueblo de Israel en el exilio. 
Gracias a la Shekinah la relación entre el cielo y la tierra es posible y con ella la regeneración y la vuelta al Paraíso original, pues, simbólicamente, la caída de Adán y Eva y su expulsión del Jardín del Edén equivalen a la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos y la posterior diáspora,
     La Shekinah designa a la Presencia divina que habita (shakan) entre los hombres
Sin embargo, el nombre de Shekinah no se menciona en la Biblia hebrea, se trata de un término rabínico y, más concretamente, cabalístico. Aparece por primera vez en los Targumim, unas traducciones glosadas según la tradición oral de los cinco libros de la Torá. En uno de ellos, llamado el Targum de Onkelos (siglo I dC.) se lee la palabra Shekinah al traducir los versículos 4 y 5 del capítulo 12 del Deuteronomio, y sustituye a las palabras “morada” y “Nombre” de dichos versículos. 
Así en la traducción de Onkelos está escrito: «No procederéis así respecto a YHVH, vuestro Dios, únicamente el lugar elegido por YHVH, vuestro Dios, de entre todas las tribus para poner su Shekinah (Nombre) allí, en su Shekinah (morada) lo buscaréis y vendréis allí». Que la palabra ‘Shekinah’ substituya a ‘morada’ no parece extraño, ambas tienen las mismas letras, (shin, caf, nun) y, como hemos visto, su significado es semejante, más curiosa es la identificación del ‘Nombre’ de Dios con la ‘Shekinah’, como si ambos fueran lo mismo o simbolizaran la misma experiencia. Algo que exegéticamente es cierto pues el nombre de Dios de cuatro letras, YHVH, el Tetragrama, simboliza la presencia de Dios entre los hombres. 
En la tradición hebrea, los Nombres de Dios designan sus manifestaciones, Dios se da a conocer por sus Nombres y entre todos ellos el Tetagrama es el más importante. Para comprender un poco más su significado baste decir que san Jerónimo en la Vulgata traduce Elohim por Deus pero el Tetragrama (YHVH) lo traduce siempre Dominus, que inevitablemente equivale a Jesucristo, el Dios encarnado.
(*)“El Muro”.
Ante todo, el Muro es una parte importante de la gloria del Segundo Templo de Jerusalén en su apogeo, la protección que envuelve el terreno del Monte del Templo y lo limita por el lado oeste. 
Pero el Muro también es un lugar de evocación, de añoranza por Jerusalén, de los días de peregrinación, la unión y la alegría de las festividades. Y también encuentro: Encuentro del Pueblo Judío y del mundo entero. Encuentro del hombre con su Hacedor. Y Encuentro del hombre consigo mismo.
El Muro es símbolo del renacimiento del Pueblo Judío en su patria durante los días festivos, las ceremonias de juramento y en los días de conmemoración.
La historia del Muro de los Lamentos comienza con una modesta montaña: el Monte Moriá. Sobre esta montaña ocurrieron a lo largo de la historia eventos constitutivos del Pueblo Judío.
Según la tradición, la creación del mundo comenzó en la cima del Monte Moriá, de la piedra arcaica denominada ‘piedra angular’.
Cuando el patriarca Abrahán recibió la orden de sacrificar a su hijo Isaac, subieron padre e hijo al lugar del que se dice: “Y vio el lugar de lejos”, es el Monte Moriá.
Según la tradición, esta es ‘la casa de Dios’, del famoso sueño de Jacob. Entonces el patriarca vio en sueños a los ángeles que subían y bajaban por una escalera apoyada en tierra y cuya cima tocaba los cielos. 
Con el correr del tiempo, se construyeron sobre el monte el Primero y Segundo Templo y dentro de ellos el sanctasanctórum, el lugar más sagrado para el Pueblo Judío. Ningún ser humano entraba allí, salvo el Gran Sacerdote el Día del Perdón, Yom Kipur.
Durante sus últimos años, el Templo fue renovado y se tornó pleno de esplendor con la construcción de una gran explanada, sustentada por cuatro muros artificiales por los cuatro vientos. El recinto era tan espléndido e impresionante que decían de él que quién no lo había visto, en su vida ‘vio un edificio tan magnífico’.
La destrucción del Templo por los romanos fue una catástrofe terrible que quedó grabada en la conciencia del Pueblo Judío. El edificio del Templo fue arrasado, pero parte de sus muros de contención se mantuvo. A falta del Templo, los judíos apelaron al remanente más cercano al sanctasanctórum: el Muro Occidental. En el transcurso de las generaciones el Muro se convirtió en símbolo de la añoranza del Pueblo Judío por su ciudad destruida y por el sitio del Templo. Muchos dieron la vida por tocar sus piedras y elevar sus plegarias frente al mismo.
Cuando el Muro de los Lamentos fue liberado durante la Guerra de los Seis Días (en 1967), se hizo realidad uno de los sueños más grandes del Pueblo Judío.
Desde entonces el Muro es un tumulto de gente. Judíos, turistas, gente que reza y visitantes: todos encuentran allí el lugar para expresar sus sentimientos.
Todos sabemos que el Muro Occidental, el Kotel, es el sitio más importante del mundo para el pueblo judío. Sabemos que es el último remanente de nuestro templo. También sabemos que los judíos de todo el mundo se reúnen aquí para orar. La gente escribe notas a Dios y las coloca entre las antiguas piedras del Muro.
¿Pero sabías que muchos eventos importantes tuvieron lugar en el Monte Moriá, más tarde conocido como el Monte del Templo?
El monte Moriá, según la tradición judía, es el lugar donde tuvieron lugar muchos eventos fundamentales en la historia judía. Tradicionalmente, la creación del mundo comenzó a partir de la Piedra de Fundación en la cima de la montaña. Aquí también es donde se creó Adán, el primer ser humano.
Cuando a Abraham se le ordenó que preparara a su hijo Isaac para el sacrificio, el padre y el hijo subieron al "lugar que Dios escogió", el Monte Moriá, y hasta su cima, la Piedra Fundamental, donde tuvo lugar la unión de Isaac.
El sueño de Jacob (de ángeles que ascienden y descienden por una escalera) está vinculado a esta montaña.
Más tarde, el Lugar Santísimo, el núcleo y el corazón del Primer y Segundo Templos, se construyó alrededor de la Piedra de la Fundación.
En el año 37 aC, Herodes fue nombrado rey en Jerusalén. Pronto inició un gran proyecto de renovación para el Templo. Contrató a muchos trabajadores que trabajaron para hacer el Templo más magnífico y para ampliar el área del Monte del Templo al allanar la cima de la montaña y construir cuatro paredes de apoyo a su alrededor. El Muro Occidental que conocemos es uno de estos cuatro muros de apoyo.