Belén hoy: La Gruta del Nacimiento,el lugar donde María dio a luz al que es La Luz
-Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su
Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban
bajo la ley, a fin de que seamos hijos adoptivos de Dios. (San Pablo a los Gálatas 4,4-5).
-El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su
madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero, antes de unirse
a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. (Mateo 1,
18)
-Y también José, que era descendiente del rey
David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la Ciudad de
David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta
y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo
primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había
lugar para ellos en la posada. (Lucas 2,4-7)
-Pero el ángel les dijo a los pastores: «No
tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha
alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un
Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán a un
niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».(Lucas 2, 10-12).
Belén hoy; La Basilica de la Natividad y la Plaza del Pesebre
-Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre
nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1,14)
Belén hoy: Vista de la ciudad de Belén, la ciudad de David
María, la
Santa Madre de Jesús, nos escribe por Navidad:
He mirado
a muchos de vuestros Belenes, y al verlos he pensado en el verdadero Belén,
aquel donde yo di a luz a mi Jesús.
En vuestros belenes hay figuras bonitas…todo está muy limpio…
Si hubierais conocido mi Belén, sí, el Belén de Judá…
Primero os diré que el camino de Nazaret a Belén me pareció muy
largo y a la vez muy corto.
Largo, porque mis condiciones de maternidad lo hacían cada vez más difícil y
pesado.
Yo veía al pobre José preocupado por mí, aunque cada vez que nos mirábamos el uno
al otro nuestras sonrisas se unían en el mismo abrazo de la fe.
Largo, porque mi corazón ansiaba contemplar entre mis brazos al Hijo de Dios,
al Mesías que mi Pueblo había esperado durante siglos.
No veía la hora de llegar a Belén y estrenar mi maternidad humano-divina.
Pero a la vez me pareció corto. Muy corto.
Mis pies y mi corazón caminaban como sobre una alfombra de fe, de esperanza y de un profundo amor y profunda admiración y asombro.
Pero tampoco voy a decir que no me dolía ver a mi pobre José insistir en un
sitio y en otro y en todos recibir la misma respuesta. “Para vosotros no hay
lugar aquí”. “Idos lejos”.
¡Cuánto admiro yo la fe de mi José!
¡Nunca me hubiera imaginado una fe tan honda y profunda!
Incapaz de decir no a nada. Incapaz de quejarse.
Incapaz de preguntarle a Dios porqué hacía las cosas de esa manera…
Queridos hijos, si lo hubieseis visto preparar el pesebre…
Durante meses yo lo contemplaba haciendo la cuna para cuando llegase el Niño…
Y en Belén no teníamos cuna alguna…
José se desvivía… Y todo quedó muy bien. Hasta yo me sentía muy a gusto sobre
la paja del establo. Tal vez, porque la dulce vida que llevaba dentro me hacía
sentirlo todo de otra manera.
Cuando, por fin, pude tener al Niño en mis brazos, a José le
temblaban los suyos… quería tomarlo entre sus manos y absorto ante el misterio le
temblaban como las espigas cargadas de trigo movidas por el viento.
Besó al niño con tanto cariño…
Y luego me besó a mí con tanta ternura que me parecía sentir las caricias de
los mismos labios de Dios.
Yo me sentía muy bien en medio de aquel silencio, sin más
testigos del nacimiento del Hijo del Altísimo que José y yo y los dos
animalitos que con su vaho daban un poco de calor al establo.
El Niño, se me quedó dormidito en el calor de mis brazos.
Cuando de pronto, escucho la algarabía de los Pastores…
¡Pobre hijo mío, te van a despertar!
Mi Jesús abrió por vez primera los suyos y les quedó mirando en una actitud de gratitud.
Se me remueve el corazón agradecido a Dios, porque “ha mirado la humillación de su esclava”.
Se me remueven las entrañas que durante nueve meses cargaron con el dulce peso del Hijo de Dios, escondido de las miradas de todos.
Se me remueve mi fe y mi esperanza.
¿Cómo pudo Dios confiar tanto en una pequeña criatura como yo?
Dios me resulta siempre maravilloso y misterioso.
Nunca logré entender sus caminos, aunque siempre los acepté, precisamente porque son los suyos.
…https://mensajealosamigos.wordpress.com/2021/12/25/carta-maria-navidad/
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