lunes, 18 de octubre de 2021

Lucas, el evangelista de la Virgen María

A san Lucas le llamo el Evangelista de María.

San Lucas es una de las figuras de la primera Iglesia que debiera servirnos de alimento en nuestra vida espiritual como creyentes, como Iglesia. Tres aspectos de Lucas:

a.- Es el autor del Evangelio de San Lucas. El Evangelio de la humanidad de Jesús. El Evangelio que mejor nos relata la Infancia de Jesús. A él se debe el relato de la Anunciación. A él se debe el relato de la visitación de María a Isabel.


Gracias a él tenemos el Cántico de María. Diera la impresión de haber tenido contacto personal con María. Pues es el que más destaca la presencia de María en el Evangelio.
Y hasta pudiéramos pensar que Lucas, nos presenta a María: “Como el comienzo de la vida de Jesús”, y como el “comienzo de la vida de la Iglesia”, pues es Lucas el que nos habla de la presencia de María, orando con los Discípulos el día de Pentecostés. 





El papa Benedicto XVI escribió sobre San Lucas: “A María le dedicó las páginas iniciales de su Evangelio, desde el anuncio del ángel hasta el nacimiento y la infancia del Hijo de Dios hecho hombre. Con María comienza la vida terrena de Jesús y con María inician también los primeros pasos de la Iglesia; en ambos momentos, el clima es el de la escucha de Dios, del recogimiento. Hoy, por lo tanto, quiero detenerme en esta presencia orante de la Virgen en el grupo de los discípulos que serán la primera Iglesia naciente.

María siguió con discreción todo el camino de su Hijo durante la vida pública hasta el pie de la cruz, y ahora sigue también, con una oración silenciosa, el camino de la Iglesia.
En la Anunciación, en la casa de Nazaret, María recibe al ángel de Dios, está atenta a sus palabras, las acoge y responde al proyecto divino, manifestando su plena disponibilidad: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu voluntad» (Lc 1, 38). 







María, por la actitud interior de escucha, es capaz de leer su propia historia, reconociendo con humildad que es el Señor quien actúa. En su visita a su prima Isabel, prorrumpe en una oración de alabanza y de alegría, de celebración de la gracia divina, que ha colmado su corazón y su vida, convirtiéndola en Madre del Señor (Lc 1, 46-55). Alabanza, acción de gracias, alegría: en el cántico del Magníficat, María no mira sólo lo que Dios ha obrado en ella, sino también lo que ha realizado y realiza continuamente en la historia”. (Benedicto XVI).







 


Pudiéramos llamarle el Evangelista de María.


b.- Es el autor del Evangelio de la misericordia de Dios. Lucas destaca siempre ese sentido de la misericordia, del perdón, de la reconciliación.

A él le debemos “el mejor retrato de Dios” en la parábola del Hijo Pródigo. Es el Evangelista de la “misericordia”, “de la fiesta de la misericordia”.

c.- Es el testigo del nacimiento y primeros pasos de la Iglesia. Tal como lo describen en los Hechos de los Apóstoles. Compañero infatigable, al lado de Pablo. El “Médico querido”, que le llama Pablo. El que, junto con las Cartas de Pablo, nos da a conocer cómo la Iglesia comienza a abrirse paso fuera del judaísmo. Gracias a Lucas conocemos el sufrimiento y los éxitos de esta semilla del Evangelio.

Lucas, una vida “centrada en Jesús” y posiblemente “vista en muchos momentos con los ojos de María”. Lucas, una vida “centrada en el espíritu misionero de la Iglesia”. Y que, por eso, nuestro mejor homenaje será leer su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles.

Y nuestro mejor homenaje será: “Vivir el Evangelio con el corazón y los ojos de María”. “Y vivir la Iglesia con el corazón orante de María”.

“… san Lucas evangelista que, además del Evangelio, escribió los Hechos de los Apóstoles, para narrar la expansión del mensaje cristiano hasta los confines del mundo entonces conocido. Invoquemos a la  Virgen María, para que la Iglesia siga difundiendo la luz de Cristo entre todos los pueblos“ (Benedicto XVI).



 

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